En las ciudades de Matanzas, Cuba, y Vilanova i la Geltrú, Cataluña, España, existen dos estatuas idénticas erigidas en honor del benefactor José Tomás Ventosa.
Las ciudades de Matanzas, Cuba, y Vilanova i la Geltrú, Cataluña, España, están hermanadas por la historia. Entre los lazos que las unen figura la existencia, en cada una, de dos esculturas idénticas del benefactor catalán José Tomás Ventosa Soler, separadas por 7.800 kilómetros de distancia.
Dos estatuas para un benefactor
De acuerdo a lo que recoge la historia la idea de erigirse una estatua fue del propio José Tomás Ventosa. Le pidió ese encargo al escultor catalán Damiá Campeny Estrany (1771-1855). Debían ser dos e idénticas, que fueron forjadas en Barcelona de hierro fundido. Una para erigirla en Matanzas, mientras que la otra se colocaría donde lo determinara el Ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú.

En Matanzas se inauguró la escultura en febrero de 1847. Formó parte de los festejos de apertura de las Casillas de Ventosa en el Mercado de Abastos, junto al río San Juan. La estatua, colocada sobre un pedestal estilo clásico, muestra a José Tomás Ventosa, vestido a la manera ochocentista y mostrando un libro al espectador. Este contiene las siguientes frases:
Hoja izquierda: “La educación es muy encomiada pero poco protegida. Las buenas acciones deben ser desinteresadas. La caridad es de justicia”.
Hoja derecha: “Nadie tiene derecho a lo superfluo mientras se necesita para otros. La caridad debe nacer del corazón”.

La estatua fue desmontada de su pedestal tras un gran incendio que ocurrió en 1883. A partir de ese momento pasó por varias vicisitudes. En enero de 1915 el Diario de la Marina informó que se pretendía trasladarla al Centro Escolar Félix Varela. A su vez, el corresponsal de este diario en Matanzas, Ramón Pérez, relató lo siguiente:
“En el edificio conocido por «Casillas de Ventosa», en Matanzas, vimos lanzada en un rincón, olvidada, la estatua en hierro del gran benefactor José Tomás Ventosa, quien hizo construir el edificio para fines benéficos”.
Al año siguiente, 1916, las Casillas de Ventosa fueron demolidas por el mal estado del edificio. El Ayuntamiento de Matanzas cedió entonces la estatua a la Colonia Española de Matanzas, institución que tenía interés en emplazarla en la altura de Monserrat. Sin embargo, ninguna de estas intenciones fue cumplida. En 1917, El Correo de Matanzas, en información que recogió el Diario de la Marina, aseguró:
“Hoy hemos visto en la Casa Consistorial la estatua de aquel filántropo que se llamó don José Tomás Ventosa”.
“Ignoramos a dónde se destinará este recuerdo histórico, pero es de suponer que en el futuro ocupará un lugar más apropiado, más digno”.
“Aunque algo tarde, vemos con gusto que el Mayor de la ciudad se hizo cargo de las indicaciones de este periódico, que día por día venía laborando para que se hiciera algo por conservar un recuerdo tan preciado como es la estatua del que fue tan digno benefactor”.
Según el historiador Arnaldo Jiménez de la Cal, biógrafo de José Tomás Ventosa, la estatua del benefactor, tras su retiro en 1883, estuvo más de treinta años en la parte trasera de la escalera principal del Palacio de Gobierno. Un “…polvoriento y casi oculto sitio”, recalcó. No fue tan así, pues, como ya se ha visto, permaneció mucho tiempo abandonada en las ruinosas Casillas de Ventosa.
A inicios de la década de los años 20, al comenzar una etapa de renovación de la Casa de Beneficencia, se logró trasladar a ese lugar la estatua de José Tomás Ventosa. En 1923 se colocó de forma provisional a la entrada y tiempo después fue emplazada en el centro de un parque dentro de ese plantel. Tras el triunfo de la Revolución, la Casa de Beneficencia pasó a llamarse Internado Vladimir Ilich Lenin.
El 10 de octubre de 2008, la estatua de José Tomás Ventosa fue reubicada en un espacio cercano a la antigua Plaza del Mercado y a las ya inexistentes Casillas de Ventosa. Fue un empeño de la Oficina del Historiador de la Ciudad, dirigida en ese momento por Arnaldo Jiménez de la Cal. El escultor Carlos Somoano Horta fue el encargado de restaurar y colocar la estatua en un nuevo pedestal, como monumento de agradecimiento de la ciudad de Matanzas a su benefactor.

La noticia fue conocida en Vilanova y la Geltrú. Según informó el Diari de Vilanova,
“…la estatua de Josep Tomàs Ventosa de Cuba, gemela de la que hay en la plaza Vila de Vilanova i la Geltrú, ha vuelto a su emplazamiento original en la ciudad de Matanzas”.

También el habanero diario Granma, dio cobertura al traslado de la estatua en una noticia publicada el 11 de octubre de 2008:
“Las actividades por el 315 aniversario de Matanzas comenzaron este viernes con el regreso a su ubicación original, en la Plaza de Mercado, de la estatua de José Tomás Ventosa y Soler, ilustre benefactor de la ciudad”.

La estatua de Josep Tomàs Ventosa, ubicada hoy en la Plaça de la Vila, Plaza de la Villa, en Vilanova i la Geltrú, también tiene su historia. Es uno de los monumentos más conocidos de la ciudad, donde sólo rivaliza en popularidad con el que recuerda la leyenda griega de Pasifae, que se erigió en el espigón de la playa de Ribes Roges.

En 1853 la otra estatua de José Tomás Ventosa, idéntica a la existente en Matanzas, se instaló en la plaza que desde entonces llevó el nombre del benefactor vilanoví. El espacio, dentro de los terrenos del antiguo Convento de los Capuchinos, era propiedad de Ventosa, quien lo donó para establecer un colegio. La primera piedra del monumento, tal y como puede verse actualmente, se colocó en 1881. Este evento coincidió con la llegada del ferrocarril a Vilanova, momento que aprovechó Francisco Gumá, otro catalán que hizo fortuna en Matanzas, para rendir tributo a Ventosa.

Se inauguró en 1883 y está integrado por una base cuadrada escalonada, con un pedestal sobre el cual se levanta la estatua. Se ubica en el centro de la Plaza de la Villa, nombre que recuperó el 5 de junio de 1978. La construcción del monumento fue obra de Bonaventura Pollés i Vivó, arquitecto municipal de Vilanova i la Geltrú. Posee dos placas con el nombre del homenajeado y la fecha de la inauguración, e inscripciones con el año de la construcción y los escudos de Vilanova i la Geltrú, Barcelona y Matanzas:
“Cara frontal: AL / EMINENTE / PATRICIO / DON / JOSE TOMÁS / VENTOSA.
Cara posterior: ESTE / MONUMENTO / ERIGIDO / POR / SUSCRIPCIÓN / SE INAUGURÓ / EL DÍA 26 FEBRERO / DE / 1883″.

Benefactor de una ciudad
José Tomás Ventosa Soler llegó a Cuba en 1813. Es muy posible que en la decisión de su padre de enviarlo a la colonia antillana influyó el deseo de que encaminara su vida como comerciante. Lo cierto es que se radicó en Matanzas, donde existía un fuerte grupo económico y político integrado por catalanes. Ya en 1828 era dueño de su propio negocio de telas y ropas. También se vinculó al hospedaje y la gastronomía.

En marzo de 1839 José Tomás Ventosa ingresó en la Diputación Patriótica, órgano de la burguesía local encargado de promover mejoras para la ciudad. Pronto se convirtió en uno de sus más destacados miembros. Llegó inclusive a ser su director entre 1849 y 1850. Entre las actividades que realizó estuvo el aporte financiero para el establecimiento de escuelas, la inspección de instituciones educativas y la supervisión de hospitales.
Sobresalió por su desinteresada actuación en las gestiones para la fundación de la Casa de Beneficencia, que abrió sus puertas el 6 de febrero de 1847. José Tomás Ventosa donó los terrenos para construir el edificio y facilitó la llegada de donaciones, además del dinero que aportó para su funcionamiento. También creó la Escuela Gratuita de Ventosa, inaugurada el 16 de octubre de 1849, dirigida a educar varones para formarlos como artesanos.

Además, José Tomás Ventosa, apoyó la compra de instrumentos de física para la Cátedra de Filosofía que dirigía el presbítero Manuel Francisco García en Matanzas. Fue miembro de la Junta de Instrucción de la ciudad e inspector de escuelas. Se vinculó a otros empeños como la desecación de la ciénaga existente entre los ríos San Juan y Yumurí. Fue un donante sistemático de recursos para la Biblioteca Pública de Matanzas.
En febrero de 1847 logró la inauguración de las Casillas de Ventosa, moderna edificación destinada al comercio como parte de las Plaza del Mercado o de Abastos. Fue electo alcalde de Matanzas en dos ocasiones: 1847 y 1852. Viajó al menos tres veces a Vilanova i la Geltrú donde también protagonizó acciones dirigidas a la construcción de escuelas y la remodelación urbana. En 1854 intentó ser electo alcalde de su ciudad natal, pero fracasó en este propósito.

Tras largos años de empeños en favor de Matanzas y de Vilanova i la Geltrú, José Tomás Ventosa falleció en La Habana el 30 de junio de 1874. Se le declaró, años antes, incapacitado por una enfermedad mental. Además, se vio inmerso en un desgastante litigio por sus bienes con su hermano Francisco y los descendientes de este.
Como muchos de sus compatriotas, José Tomás Ventosa fue defensor del dominio español sobre Cuba. Sin embargo, las evidencias sugieren que comprendió la necesidad de ejecutar reformas políticas que no ahondaran las diferencias entre la Metrópoli y sus colonias antillanas. Este fue el sentir de un manifiesto “A las Cortes Constituyentes”, fechado el 23 de diciembre de 1854, que tiene a Ventosa entre los firmantes, donde se defendió un régimen electoral especial para Cuba y el restablecimiento de la representación cubana en las Cortes españolas.

Sobre José Tomás Ventosa, escribió José Augusto Escoto en 1911:
“Persona que le conoció me ha informado que era de buena y agradable presencia, carácter franco y afable, maneras finas y corteses, y no le faltaba cultura intelectual.
Amigo del trato social y hasta cierto punto del fausto, sostenía con lujo en Matanzas su casa particular. Disfrutaba de mucha popularidad y su proceder generoso fue cantado por los poetas”.
La polémica esclavista
La visión actual de José Tomás Ventosa no ha estado exenta de polémica. Esta se vincula, sobre todo, a la relación que tuvo con la esclavitud en Cuba. Independientemente de las evidencias existentes, no es ocioso recordar que figuras insignes del patriotismo cubano, como José de la Luz y Caballero y José Martí, señalaron con claridad que ese era un mal que envilecía a toda la sociedad cubana de su tiempo, más allá de si se estaba o no implicado de forma directa en esa forma de explotación de unos seres humanos por otros.
Aunque no parece haber estado vinculado al tráfico negrero desde África, José Tomás Ventosa tuvo participación en la propiedad del ingenio azucarero Paz, La Paz o Nuestra Señora de la Paz, ubicado en Guacamaro, que tenía como dueño a su hermano Francisco.

Un anuncio publicado en el periódico La Aurora de Matanzas, el 12 de junio de 1830 es revelador de la relación de José Tomás Ventosa con la esclavitud:
“Se vende una negra carabalí como de 25 años de edad, buena lavandera y planchadora, y mediana cocinera, muy voluntariosa y útil para el servicio de una casa, sana y sin tachas. Coartada en 400 $: D. José Tomás Ventosa impondrá”.
La coartación significaba que una persona esclavizada podía realizar un pago inicial para determinar el precio de su libertad. Esto le otorgaba la condición de «coartado». Esto no significaba un camino expedito a la libertad. Podían ser vendidos a otro dueño o, si una esclava «coartada» tenía hijos, estos seguían siendo esclavos. En este caso, sería José Tomás Ventosa quien fijaría el precio final de la venta de la mujer.
El 12 de octubre de 2016, Día de la Hispanidad en España, el monumento a José Tomás Ventosa en la Plaza de la Villa sufrió un atentado. Ese día, militantes del grupo Arran, que pertenece a las juventudes de la CUP, lanzaron ocho litros de pintura roja, que simulaban sangre, contra la base de la estatua. En carta publicada en Eix Diari días después, el grupo expresó sobre tal proceder:
“Se nos acusa de querer juzgar hechos de unos siglos atrás bajo los parámetros actuales. No se trata de eso, sino de contar todas las partes de la historia, y romper un relato edulcorado que normaliza completamente el origen de las fortunas de los indianos catalanes y los parámetros colonialistas de la época. Un relato que esconde los horrores que los esclavos negros sufrieron e ignora las rebeliones que protagonizaron, reprimidas todas a sangre y fuego”.
“En referencia al ataque al monumento de Ventosa, esta fue la figura escogida por el simbolismo de la estatua, que nos recuerda a los de Vilanova que el desarrollo de nuestra ciudad durante los siglos XVIII y XIX es obra, principalmente, del dinero hechos por los indianos locales en Cuba. Ventosa no era un negrero como lo fue la familia Samá. Lo sabemos. Sin embargo, la esclavitud fue el motor sobre el que se desarrollaron la práctica totalidad de las fortunas catalanas en ultramar, independientemente de que traficaran directamente con seres humanos o no. En el caso de Josep Tomàs Ventosa no se tiene constancia de que tratase directamente con esclavos, pero fue alcalde de Matanzas, uno de los cuatro puertos principales de tráfico de esclavos”.
“En el intento de justificación del origen de la fortuna de Ventosa, se hace constante referencia a las obras de caridad en Matanzas y la ampliación urbanística hecha en las antiguas propiedades de los Capuchinos. (…) No creemos que la forma en la que se invierta una fortuna pueda excusar nunca la forma de conseguirla. Por muy buenas intenciones que nos vendan, si por cada niño alfabetizado había tres asfixiándose en la fábrica textil, no aplaudiremos las migas que se dan después de robar el pan”.

Recuentos necesarios
El primer acercamiento biográfico a la figura de José Tomás Ventosa se debió al historiador matancero José Augusto Escoto. Lo hizo en “D. José Tomás Ventosa. Apuntes para su biografía”, publicado por la revista Juventud en 1911. Este debe ser el mismo cuaderno mecanografiado que, con el título de “D. José Tomás Ventosa. Apuntes biográficos”, existe en el Archivo Nacional de Cuba. Esta obra está en el blog Cubamemorias.com.
En 2022 el historiador matancero Arnaldo Jiménez de la Cal publicó la biografía José Tomás Ventosa Soler, el benefactor, impresa en Cataluña. Este es el acercamiento más profundo a la vida y obra de quien fuera un personaje singular que unió para siempre dos ciudades sólo separadas por el océano.