Se cumplían 115 años de la viril Protesta de Baraguá, que protagonizó el Mayor General de Ejército Antonio Maceo y Grajales. La Sesión Constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular, correspondiente a su Cuarta Legislatura, tenía lugar aquel histórico 15 de marzo de 1993, hace hoy 30 años, y simbolizaba el digno homenaje que el pueblo cubano rendía a su Titán de Bronce.
Las difíciles condiciones económicas y sociales que dieron lugar al período Especial, tras el derrumbe de la Unión Soviética y el recrudecimiento del bloqueo imperialista, la integración del Parlamento Cubano, requería de los 589 Diputados recién electos, la más absoluta disposición a defender la Patria, la Revolución y el Socialismo. Entonces fue otra vez Baraguá.
El domingo 14 de marzo, día anterior a la asamblea constitutiva, los Diputados e invitados procedentes de las distintas provincias del país, arribaban a los hoteles capitalinos donde serían alojados, en medio de la extraordinaria situación que vivían el occidente y centro del país, consecuencia del paso de la llamada Tormenta del Siglo, apenas 24 horas antes.
Invitado al evento en mi condición de presidente de la Comisión Provincial de Candidaturas, compartí la experiencia de subir la escalera del hotel Tritón acompañado de Teófilo Vasallo Guasch, destacado jurista y profesor matancero ya fallecido, quién presidía la Comisión Electoral de la provincia. Con nuestros matules a cuesta, ascendimos la docena de pisos que nos separaban de la habitación que ocuparíamos durante el evento.
Sobre las 4 de la tarde, desde el balcón de la obscura pero confortable habitación, se divisaban los daños costeros y el cielo borrascoso que se extendía sobre la capital cubana.
Durante la noche y la madrugada del sábado 13 de marzo una vaguada prefrontal, acompañada de fuertes vientos, tornados, granizadas, descargas eléctricas e intensas lluvias, azotaron la mitad del país. Con un saldo de diez muertos, numerosos lesionados y cuantiosos daños a la vivienda y la economía, el fenómeno meteorológico dejaba a su paso una imagen desoladora que era preciso revertir.
Desde las primeras horas el pueblo se volcó a resarcir los daños. El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, visitó áreas afectadas. Las penetraciones del mar en el malecón habanero dejaron atrapados en sus hogares y en los hoteles, decenas de habitantes y huéspedes. Los túneles inundados no permitían el paso de los vehículos. Árboles y tendidos eléctricos derrumbados, se repetían en el paisaje.
En el lobby del Tritón, así debe haber sido en el Neptuno, Diputados e invitados se agrupaban en numerosos grupos. Entre los comentarios de la situación creada, traslucían el entusiasmo y la firmeza del inmenso compromiso que contraían. Ingenieros y ministros, obreros, campesinos y estudiantes, soldados y líderes religiosos, atletas y artistas reconocidos, se confundían todos en el fervor del similar empeño.
Al rato, restablecida la electricidad en el complejo hotelero, nos entregamos a disfrutar el esperado refrigerio.
En esas condiciones era necesario, constituir la Asamblea Nacional. Era el mandato de un pueblo que el 24 de febrero, otra fecha sagrada de la Patria, diera su voto unido por los nuevos candidatos, aquellos que debían emprender el camino de la resistencia y vencer los extraordinarios obstáculos que se alzaban frente a la Revolución Cubana.
A las 9 de la mañana del lunes 15 de marzo de 1993, iniciada la sesión constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el presidente de la Comisión Electoral Nacional, acompañado de otros miembros de la institución, informaba al plenario sobre el proceso que durante los últimos meses había movilizado a millones de cubanos.
El 29 de octubre de 1992, la Asamblea Nacional en su anterior mandato, aprobaba la Ley No. 72, Ley Electoral, que establecía entre otras normativas la votación directa del pueblo, por los Diputados en los respectivos municipios donde resultaran nominados. La asamblea constitutiva venía a concluir el novedoso proceso.
La expectativa del singular momento crecía por minutos. El presidente de la Comisión de Candidaturas Nacional, que durante meses consultó y evaluó las decenas de miles de propuestas realizadas por los plenos de las organizaciones de masas y estudiantiles en todos los niveles, ahora debía fundamentar su propuesta para ocupar los cargos de Presidente, Vicepresidente y Secretario del Parlamento Cubano.
Impresionante resultó para este narrador, ver al Líder Histórico de la Revolución Cubana, avanzar por el salón plenario del Palacio de las Convenciones, para ejercer su voto en las urnas dispuestas, perseguido por las incontables cámaras de la prensa nacional y extranjera acreditada para el solemne evento.
Durante el tiempo requerido para el conteo de los votos, los participantes de la memorable jornada, pudimos apreciar los estragos de la Tormenta del Siglo, mediante los materiales audiovisuales que se proyectaban en las distintas salas del Palacio.
Al retornar al plenario y conocido el resultado de las votaciones, Roberto Alarcón de Quesada, Jaime Crombet Hernández-Baquero y Ernesto Suárez Méndez ocupaban los cargos antes descritos, bajo la ovación de los presentes.
La reelección de Fidel y Raúl, Presidente y Primer Vicepresidente del Consejo de Estado respectivamente, así como los vicepresidentes, el secretario y 23 miembros más, constituyó el colofón de la histórica sesión constitutiva del Parlamento Cubano.
En sus conclusiones Fidel resumió las históricas jornadas vividas, en las que el pueblo cubano respaldó mediante las urnas el proyecto social de su Revolución Socialista y consagraba un sistema electoral que devenía único en el mundo por su carácter democrático, participativo y singularmente popular.
Refiriéndose a las tareas de recuperación que entre todos debían acometerse, expresó la seguridad de que el Estado, aún dentro de las dificultades y limitaciones confrontadas, sabría ayudar a los compatriotas que habían perdido sus recursos y restablecer los daños ocasionados por el fenómeno meteorológico sufrido por la mitad occidental del país.
Han transcurrido 30 años de aquellos acontecimientos. Como entonces, en medio de extraordinarias dificultades, el pueblo cubano acudirá a las urnas el próximo 26 de marzo, para elegir sus legítimos Diputados e imponer a ese enemigo furioso que nos agrede y a los sietemesinos de siempre que lo secunda, la inconmovible moral del Titán de Bronce, en los históricos Mangos de Baraguá. (ALH)