Foto tomada del periódico Escambray

Cada año, Cuba celebra el Día de la Cultura Cubana, una fecha que simboliza la identidad, resistencia y memoria colectiva.
Esta jornada conmemora el momento histórico de 1868 en que, tras la toma de Bayamo por las fuerzas mambisas dirigidas por Carlos Manuel de Céspedes, el pueblo entonó por primera vez La Bayamesa, himno compuesto por Pedro “Perucho” Figueredo.
Aquel canto no solo fue un gesto patriótico, sino también cultural: expresó en versos y música el anhelo de libertad de toda una nación.

El 20 de octubre quedó oficialmente instituido en 1980 y reconoció que cultura constituye una de las bases más sólidas de la identidad nacional. No se limita a las manifestaciones artísticas o literarias; abarca también la espiritualidad, las tradiciones, los saberes populares y las múltiples formas en que un pueblo construye y transmite su manera de ver el mundo.

Hablar de cultura cubana es hablar de mestizaje y diversidad, de la mezcla de raíces indígenas, africanas, ibéricas, caribeñas y árabes que dieron forma a un mosaico único de expresiones musicales, danzarias, plásticas y orales. También reconocer que en cada barrio, en cada comunidad, en cada gesto cotidiano, late un legado cultural que continúa vivo a través de generaciones. Celebrar esta efeméride implica además mirar críticamente los desafíos contemporáneos: la necesidad de garantizar que todas las voces y expresiones tengan espacio, que la cultura llegue a cada rincón y que no sea patrimonio de unos pocos, sino de todo el pueblo.

En un contexto global donde las identidades culturales enfrentan desafíos, esta fecha cobra aún más relevancia. Este día constituye un recordatorio de que la cultura es soberanía, memoria y fuerza transformadora .
En este día reafirmamos la importancia de la creación artística y popular, de la tradición y la innovación, de lo que nos une como nación.

Así, esta conmemoración no es solo una celebración: representa un acto de afirmación, de continuidad y de compromiso con el legado que comenzó con un himno cantado en Bayamo y que hoy se expande a cada expresión de cubanía. Es un homenaje a la historia, un impulso al presente y una apuesta por el futuro cultural de la nación.

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