Este sábado, abriéndome paso entre el gentío que acude a la Feria del Libro en Matanzas, llegué hasta el taller del Lolo en pleno recinto ferial, para felicitar a Manuel.
Allí lo encontré como siempre, pincel en mano, mientras retocaba alguna pieza de cerámica a punto de ser horneada. Arcillas, lienzos, cartulinas, disímiles soportes para la obra esencial de Manuel Hernández Valdés, la paisajística de nuestros campos y el devenir sociocultural de nuestro pueblo.
Felicidades Manuel, que tal de notición- le pregunté con un abrazo.
Ayer recibí la llamada de Miguel Barnet – dijo.
“No te llamo para pedirte un cigarro, sino para informarte a nombre del jurado que has ganado el Premio Nacional de Artes Plásticas 2024”- comentó. Entonces tomó un cigarrillo de la mesa de trabajo, se puso de pie y caminamos por el taller rememorando el instante.
Manuel Hernández Valdés, es el noble guajiro que siempre admiré. Lejos de cualquier afectación, su sencillez raya en lo inconmensurable.
Tan así es, que al preguntarle sobre el premio anunciado, me responde con otra pregunta – ¿No apareció la bicicleta?- refiriéndose al robo de una motorina recién sustraída de la vivienda de mi hija.
De él había oído hablar en los lejanos 60. Mientras pasaba el Servicio Militar Obligatorio en la conocida 1410, enclavada entonces en el municipio matancero de Limonar, hacía de las suyas entre pinturas y pinceles.
Hasta el Instituto Tecnológico Álvaro Reynoso, donde estudié, llegaban referencias de Manuel en los comentarios de Tomy, que más tarde sería su compañero de aventuras en el DDT ,y de Fernando, aficionados entonces al dibujo y la pintura.
Con el tiempo, Manuel cobró permanencia en el imaginario de los lectores cubanos, en los transeúntes matanceros y en distintos jurados internacionales que premiaron su arte.
Sus caricaturas en el semanario DDT hicieron historia. Recuerdo la noche en que inaugurábamos en el Teatro Nacional de Cuba, una exposición de artistas matanceros, como regalo al V Congreso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura. Abel Prieto, entonces Ministro, comentaba con jocosidad una de aquellas caricaturas en que uno de los personajes se acerca a otro que lee un Palante, mientras pregunta por su calidad.
La hilarante respuesta afirmaba algo así – “Está bueno(…) y deja que tenga un suplemento humorístico”. Téngase en cuenta que la publicación aludida rivalizaba fraternalmente con el DDT.
Como hombre de pueblo, ninguna tarea merecía menos esfuerzo. En días de carnavales en la Atenas de Cuba, calles y avenidas de la ciudad se cubrían de simpáticas caricaturas donde el pueblo yumurino se mostraba en pleno disfrute de los festejos. No eran obras menores. Laboriosidad y talento llenaban aquellas pancartas lamentablemente perecederas.
Manuel nació en Limonar en 1943. Natural del valle de Guamacaro, de donde también es Ulises Rodríguez Febles, destacado dramaturgo al que Matanzas dedica su feria. Otra manifestación del lezamiano azar concurrente.
Su ascendencia limonareña, su reconocimiento social y su compromiso revolucionario, lo convirtieron en Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Electo por su municipio natal, ocupó dicha responsabilidad por varios mandatos.
En ocasión de una de las asambleas constitutivas del Parlamento Cubano, a la que fui invitado en mi condición de Presidente de la Comisión de Candidaturas Provincial, Manuel aún se preguntaba humildemente como había llegado hasta allí.
Conversábamos en el lobby del Palacio de Convenciones, cuando Silvio Rodríguez, que era asediado por la prensa, se dirigió a Manuel y establecieron pronta comunicación. Tal vez entonces “el guajirito de Guamacaro”, comenzara a explicarse la profunda naturaleza democrática de nuestros órganos de gobierno.
Durante sus años al frente de la Unión de Escritores y Artista de Cuba en Matanzas, nos encontrábamos con mayor frecuencia. Magnífico lector me prestaba libros que siempre devolví, aunque todavía me pregunte de vez en cuando por alguno de ellos.
Contar con Manuel, en cualquier acto o evento es garantizar una versión en caricaturas de las principales intervenciones y acuerdos. Asistió a las conferencias municipales y provincial del Sindicato y a otras actividades, de las que conservo un manojo de ocurrentes caricaturas.
Manuel ha sido premiado nacionalmente por su diversa e ingeniosa creación artística. Merecedor anteriormente de los Premios Nacionales de Periodismo José Martí por la obra de la vida y el de Humor (2006), ostenta numerosos reconocimientos dentro y fuera del país.
Este sábado 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, mientras conversamos y el cigarro casi le quema los dedos el Historiador de la Ciudad Ercilio Vento, llega a saludarlo y entrambos recuerdan cuándo y cómo se acercaron a las artes plásticas y quienes fueron sus primeros tutores. Verlos conversar frente al cuadro de un joven pintor, nieto del reconocido paisajista matancero Félix Casas, completa la ilusión.
A la despedida, Manuel retorna a su trabajo. Mientras, me pregunto de qué están hechos esos los genios naturales que dan sentido a la matanceridad. Felicidades Manuel.(LLOLL)