Un Calendario para la felicidad, el amor, la honestidad y la esperanza

Estoy segura de que no pocos cubanos y cubanas nos volvimos a sentar el domingo pasado frente al televisor para rumiar, casi con nostalgia, el capítulo final de la segunda temporada de la serie Calendario. Su directora, Magda González Grau, confirmó una excelente noticia hace unos días en el popular programa televisivo Mediodía en TV:

«Nosotros estamos felices, la verdad, del impacto que ha tenido y como la gente está esperando ya la tercera temporada que estamos terminando de filmar y que, posiblemente, en enero ya esté al aire».

Y uno se pregunta qué nuevas historias nos reservará el escritor, Amilcar Salatti, o cuáles rumbos le dará a las que ya nos han dejado en vilo con este inquietante final de temporada donde, entre muchos, la homosexualidad femenina fue uno de los temas que despertaron la polémica:

«En la primera fue el caso de Maykel, un personaje que el público cubano está más acostumbrado a ver, porque en las novelas brasileñas aparece mucho el homosexual masculino estereotipado, que es simpático… tratamos de quitar a Maykel del estereotipo, pero bueno, era una gente simpática que, además, estaba asumido, no había ningún problema. Cuando empezamos a pensar en la segunda, ya Homero Sackett, que era el actor de Maykel, sabíamos que no iba a estar, y entonces dijimos: debemos tener el tema de la diversidad sexual, pero vamos a arriesgarnos ahora con la homosexualidad femenina, que en el público cubano, eso es sabido, no se recibe de la misma manera…», comentó Magda durante su visita a Mediodía en TV.

La realizadora apuntó que los cubanos tenemos muy arraigado el mito de que la mujer ha nacido para ser madre, para la procreación, y entonces todo lo que sea placer, sexo, fuera del margen de ese estereotipo, no se recibe igual que en el caso de los hombres. Sin embargo, ella y su equipo decidieron asumir el riesgo:

«Me acuerdo de que me reuní con Karen y con Jennifer, que ganó el casting de ese personaje, y les dije: esto viene duro, hay que prepararse porque los actores en Cuba van a la bodega, caminan por las calles, montan la guagua, y el público puede ser que tenga a veces reacciones que no son favorables, pero ustedes piensen antes de decirme sí, y las dos, valientemente, y además, muy profesionales, dijeron sí, de este tema hay que hablar y son dos personas que tenemos que defender; entonces estoy muy feliz, realmente, de cómo lo hicieron y cómo mucha gente lo ha apreciado en términos positivos».

A la emisión del 17 de mayo, fecha dedicada a la lucha contra la homofobia y la transfobia, asistió como invitada, junto a Karen Machado, la actriz que encarnó el personaje de Sofía, una de las jóvenes que conformaron la pareja de lesbianas. Ella contó a la teleaudiencia:

«Yo dije sí rápido, pero después pensé: «ay, ¿qué hice?». Recuerdo que lo comenté con mi mamá. Luego nos reunimos, Magda habló conmigo, y yo creo que todas las inseguridades y los miedos los dejé ahí en la pre, en los ensayos. Cuando comencé a leer sobre el tema, a documentarme, dije: tengo que hacerlo. Recuerdo que le hablé y le dije: profe, yo tengo que hacer esto porque, lamentablemente, es un tema del que no se habla mucho, con el que hay mucho tabú; lo voy a hacer y es un reto que voy a asumir. Creo que lo vi también desde el punto de vista de que, como actriz, me iba a subir un escalón. Yo dije: si soy capaz de hacer esto, pues puedo hacer lo que venga, y entonces, feliz con mi personaje y orgullosa, muy orgullosa».

Karen explicó que el trabajo con Jennifer Pupo, Natalia en la serie, resultó cómodo en tanto ambas lo asumieron con total profesionalidad, y la experimentada Magda González Grau acotó que «esas escenas son difíciles cuando es sexo de cualquier tipo, y en este caso, más todavía, pero el equipo estaba preparado y creamos un clima de trabajo en el que ellas no se sintieran de pronto mal, cortadas; todo fluyó bien y todo fue muy profesional».

 

Un beso bastó para causar revuelo entre parte del público: «Nadie protestó por la drogadicción, nadie protestó por la prostitución masculina, y entonces eso, el beso, sí creó de pronto ese debate. Hay, incluso, gente que expresó: a mí, que me gustaba Calendario, a partir de ahora no me va a gustar tanto, pero ¿sabes qué?: lo mejor que pasó en las redes es que hubo un diálogo respetuoso entre los que pensaban que sí y los que pensaban que no, y yo creo que eso es importante, porque el que pensaba que no, que tuvo intercambio con los que pensaban que sí y le daban sus razones, yo creo que ese día y todos estos días se van pensando, y eso siempre corre la cerquita un poquito más allá». Se refería Magda a «la cerquita» que delimita los prejuicios. De hecho, una anécdota le corroboró que sí, Calendario movilizó sensibilidades y pensamientos:

«Una amiga que votó por el Código de las Familias y todo, me dijo: cuando vi la escena, me golpeó, y me di cuenta de que yo, que creía que no era homófoba, tenía que seguir trabajando en eso, porque si me golpeó, quiere decir que todavía tengo mis prejuicios, y eso a mí me llenó de mucho orgullo».

Karen confesó que no iba a ver los comentarios: «sé que está mal, porque uno tiene que leerlos, pero yo no lo hacía. Lo que sí en la calle me pasó es que hombres mayores y señoras mayores se me acercaban y me decían: felicidades, qué bien, me gustó la escena; qué bien que está yendo por ahí, por el amor; nunca vi en la escena nada grotesco, todo iba desde el amor y me sentí feliz».

También hubo momentos negativos: una vez que le gritaron algo desagradable, otras que la miraron mal, pero ella ha escogido quedarse con las experiencias positivas.

Cuando el conductor, Marino Luzardo, anotó que la propia directora le había comentado que en Calendario todo iba en busca de la felicidad, que apostaba porque cada personaje buscara su felicidad como quisiera hallarla, Magda agregó: «y, sobre todo, con un sentimiento que yo creo que preside toda la serie, el amor. Hemos tenido encuentros con varios colectivos y me decían: ok, amor, pero también honestidad. Eso me ponía muy orgullosa, porque realmente tratamos de abordar la realidad con la mayor honestidad posible, y otra persona también me rectificó y me dijo: todo eso está muy bien, pero también esperanza, porque, efectivamente, la esperanza es que tengamos un mundo mejor, y un mundo mejor es donde todos puedan ser felices».

Por Giusette León García / CubaSí

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