Como un suceso trascendente y fortuito se puede catalogar el descubrimiento de la obra literaria de Amando Aguilar Gordillo quien, en medio de la vorágine creadora y atrayente de la Feria Internacional del Libro en la ciudad de Matanzas, presentó su poemario El alba en tu espalda.
El autor mexicano, que llegó por primera vez a la Atenas de Cuba, es fiel heredero de la cosmogonía y riqueza cultural de Chiapas y reconoce estar especialmente influido por la magia precolombina y las múltiples tradiciones culturales de la región de San Cristóbal de las Casas, Palenque y otras renombradas comarcas chiapanecas, sedes de importantes festivales y eventos literarios.
Aguilar Gordillo -quien acudió a Matanzas atraído por tres de sus grandes pasiones: el danzón, la poética y el ajedrez- reconoce quedar gratamente impresionado por el ambiente cultural yumurino, la calidez de los matanceros y la presencia viva de Carilda, a quien dedicó un especial homenaje durante la presentación de su texto.

El evento, que formó parte de la habitual tertulia del proyecto Al sur de mi garganta, en la icónica residencia de Tirry 81, vivienda de la Novia de Matanzas, permitió revelar las motivaciones del autor y parte de su proceso creativo. La lectura de tres de sus poemas en El alba en tu espalda confirmó la sospecha de que éste es un poeta que no admite clasificaciones ni encasillamientos.
«Llegué a la ciudad con la certeza, con el sentimiento personal de que también soy parte de Matanzas. Acudo en representación de los poetas mexicanos, con la intención de confirmar que a Cuba y México les une la poesía.
«Y no podemos hablar de poesía en Cuba sin acudir a Carilda. Ella habla del amor, de los vacíos existenciales, del desamor. Es un referente cercano, y de tanto en tanto, regreso a sus textos, la analizo y reinterpreto. Creo que, como fue una constante en su obra, todos tenemos amores guardados que nunca revelamos. Solo la poesía nos permite develar esos sentimientos: palpar lo intangible, como un diario íntimo. Y ese proceso se transforma en un acto natural.
«Escribir de amor no es un acto accidental. Y no solo escribo del erotismo y las más naturales pasiones humanas. Escribo del amor filial, del poder de los sentimientos familiares, y también me interesa describir mis sensaciones hacia la naturaleza, incluso hacia uno mismo. Siempre busco transmitir que el amor puro es una utopía, y me gusta creer que existe, inclusive en los sueños.
«Regresaré a Matanzas con varios proyectos, entre los cuales el más atrayente, sin dudas, será la edición de un libro que cuente con una selección de poemas de Carilda junto a algunos textos de mi autoría. Agradezco al poeta Raidel Hernández por la deferencia y la oportunidad para darle alas a estas intenciones.”

Amando Aguilar, quien forma parte de la Sociedad General de Escritores de México, de la Asociación de Escritores y Poetas Chiapanecos y del Movimiento Ciudadano por la Cultura, se autodefine como un promotor cultural.
«Yo defiendo la idea de que el escritor nace, y se hace a sí mismo. Me gusta escribir porque más que un parto creativo, provoca sensaciones positivas. Es mi razón de ser. Si estuviéramos llenos, si no tuviéramos vacíos, si no concurrieran a cada instante motivos para cuestionar, tuviéramos menos razones para existir, ¿verdad? ¿Qué razones tendríamos para escribir poesía? Creo que la poesía es una catarsis, es un terremoto existencial que me libera. Es lo que otorga significado a los valores que defiendo.»
El también Licenciado en Antropología Social y Derecho e investigador de estudios monográficos del Centro Humanístico de Mesoamérica, de la Universidad Nacional Autónoma de México, no se esconde para reconocer su incontenible pasión por el baile nacional cubano.
Su texto El danzón, una travesía en el tiempo, es una acuciosa investigación sobre los orígenes y trascendencia de este género que ha llenado también el alma mexicana.
«Llegar a Matanzas ha valido la pena, sin dudas. Este enorme esfuerzo ha resultado todo un privilegio. Conocer de primera mano la ciudad cuna del danzón, que siempre ha resultado un referente cultural, es una oportunidad única.
«Una de mis primeras visitas en la ciudad fue a las Alturas de Simpson, el lugar que da nombre al primer danzón. Además, la oportunidad de tratar personalmente a la doctora María Victoria Oliver ha significado una magnífica revelación. Por eso resultaba un compromiso ineludible conocer Matanzas». (ALH)