Para Juan Gualberto Gómez, hijo de esclavos nacido libre el 12 de julio de 1854 en Matanzas, no hubo imperativos de existencia mayores que entrar de lleno a la Revolución independentista de sus compatriotas y el ejercicio de un periodismo militante a favor de la justicia en los albores de los reclamos antimperialistas y por la soberanía de la Patria.

Diríase que había venido al mundo con suerte, pues sus progenitores pudieron comprar su autonomía desde que crecía en el vientre cautivo de su madre, posibilidad dada por el ama, quien luego resultara benefactora del pequeño, al darle más adelante posibilidades de estudios primarios en La Habana y luego de oficio en París, a donde lo llevaron un tiempo a vivir con la opulenta familia.

Si fue altruismo o cariño, algo muy bueno además tuvo que ver en Juan Gualberto esa señora que nunca debió defraudarse de la índole moral y la inteligencia de su protegido, quien siendo adulto llegara a ser un periodista connotado en tiempos en que la abolición de la esclavitud era solo un sueño por conquistar en su tierra.

Creció tanto como ser humano e intelectual que se le confió una tarea decisiva, la de ser el organizador en Cuba de la campaña libertaria del 95 por encargo del Delegado del Partido Revolucionario Cubano José Martí, su amigo personal y evocador de la acción patriótica.

Muchos historiadores han subrayado la gran confianza y aprecio depositados en Juan Gualberto por el Héroe Nacional, algo a lo cual el primero respondió con entrega, trabajo y talento, sin nunca decepcionar al Maestro cuando los planes y las circunstancias se volvieron demasiado adversos.

Viviendo en la Ciudad Luz en la primera juventud, junto a sus protectores, cursó estudios académicos nocturnos que alternaba con el aprendizaje del oficio de carruajería, de día, por lo que pudo forjarse una cultura sólida, principista, que bebía de las mejores y más elevadas fuentes universales.

De regreso a su Isla en 1878, coincide con José Martí en un viaje que el futuro Apóstol de la independencia cubana hacía de incógnito, pues vivía en el extranjero como desterrado. Y creció la afinidad, luego la amistad entre seres con similares ideales políticos y culturales.

Transcurría la época dura del fin de la primera guerra de independencia (1868-1878) y el Pacto del Zanjón.

Poco después Juan Gualberto fue deportado a España al descubrirse sus vínculos con los conspiradores de la Guerra Chiquita (1879-1880) y no pudo regresar hasta 1890. Luego, estrechó sus lazos con el Maestro durante los preparativos de la última guerra o Revolución del 95.

La responsabilidad dada a Juan Gualberto Gómez dentro del país era difícil y pese a la voluntad de él y de otros valiosos patriotas, el alzamiento del 24 de febrero de 1895 en Matanzas resultó un fracaso. No así en el Oriente, donde operaba con sus últimas fuerzas físicas el grande Guillermón Moncada, fallecido por tuberculosis a los pocos días del inicio.

Para colmo, Juan Gualberto vuelve a caer prisionero y lo deportan a Francia.

Al terminar la dominación española de manera infausta para Cuba en 1898, el periodista viajó a Estados Unidos, donde cooperó con el Partido Revolucionario Cubano y en ese mismo año regresó a la Patria de manera definitiva.

Cuando la intervención estadounidense frustra el triunfo mambí sobre el ejército español, su prestigio innegable hizo que lo eligieran delegado a la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana, abierta el 24 de octubre de 1898.

Involucrado en acciones y reclamos, en 1900 resultó electo delegado, por Oriente, a la Asamblea Constituyente, en la cual combatió a la Enmienda Platt. Muere por causas naturales en 1933 manteniendo en alto sus convicciones y principios, siempre en pro de la República que concibió junto a Martí.

Patriota de ley, luchador de causas justas, completa la hoja de servicios de Juan Gualberto Gómez un trabajo nada menor dentro del Periodismo. La Unión de Periodistas de Cuba siente el orgullo de saberlo un maestro del oficio en la historia nacional y lo ha honrado con la instauración de un premio con su nombre.

Marta Gómez Ferrals/ACN

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *