Cuba planea instalar, hasta 2028, 92 parques solares fotovoltaicos con la capacidad de generar 2 000 megawatts (MW) de potencia (más de 20 MW cada uno) y, para ello, se están realizando los movimientos de tierra en los lugares escogidos, y se garantizan los recursos para su montaje y terminación, una vez que arriben a la nación.
Así lo informó en conferencia de prensa, ayer, el ministro de Energía y Minas (Minem), Vicente de la O Levy, al fundamentar que hay contratos para la generación de energía a partir de fuente renovables, que están firmados y en marcha, lo que permitirá a la Isla recuperarse del atraso para alcanzar el 24 % de penetración de estas tecnologías en la Mayor de las Antillas, antes de 2030.
Planteó que ese camino posibilitará avanzar hacia una soberanía que significará dejar de importar 750 000 toneladas de combustible.
«Hemos apostado por salir de la crisis con recursos propios, a pesar de la situación energética que enfrenta el país», dijo, y detalló que se han enfocado en buscar independencia de las importaciones de combustibles, consumir el crudo y el gas nacional, y complementar ese esfuerzo con el empleo de las energías renovables.
Reconoció que han sido meses muy malos en la Isla por la falta de combustible, aunque el resultado de los mantenimientos ejecutados por la Unión Eléctrica para recuperar el estado técnico de las centrales termoeléctricas (CTE) ha permitido disminuir las averías.
Eso posibilitó que, en el último cuatrimestre de 2023, la disponibilidad por generación térmica y del gas fuera mayor que lo planificado, puntualizó.
Aun en estas condiciones, la estrategia es no renunciar a las acciones de conservación planificadas porque, de lo contrario, «cuando tengamos combustible, no tendríamos termoeléctrica».
El camino de la soberanía energética, el conflicto diario de lograr la limitación en impacto, duración y cuantía de los apagones, la futura sostenibilidad energética dependen en gran medida de la instalación y puesta en explotación de sistemas de generación basados en fuentes renovables de energía. Este es un pilar de la sostenibilidad de la gestión energética, la sustitución de las fuentes de energía convencionales por fuentes renovables. Pero debo insistir en el otro pilar de la sostenibilidad energética, que se menciona menos, pero (excepto en los post televisivos de ahorra más, paga menos, que incitan solo a la restricción en el consumo y no al ahorro real, pues en en el campo de la energía (con acatamiento de los requisitos de calidad, menor consumo energético, menor costo y menor impacto ambiental) ahorrar no es dejar de consumir, es preferible hacerlo, pero con eficiencia. El trabajo sostenido por el logro de la eficiencia y la conservación energéticas pasa por la implementación de la Norma NC ISO 50001:2019 y la posible certificación de un Sistema de Gestión de Energía en las entidades, comenzando por las altas consumidoras.
Ocurre que la introducción de fuentes renovables de energía, el cambio en la matriz energética con la introducción del máximo de FRE solo impactaría en un 3 % en la reducción de los consumos de combustibles fósiles, ya que, dada la complejidad de la demanda energética, se tendrá que seguir dependiendo de la generación convencional. A su vez, es imprescindible reiterar que la implementación de Sistemas de Gestión de Energía tendría impacto directo en el restante 97 % de los consumos.
Alguien mencionó que se está cayendo en la trampa de hacer los mismo de las grandes corporaciones la Eólica y la Solar depende de grandes yacimientos de Litio y tierras raras, tanto para las aspas, sus ejes y sus baterías como para los paneles. Además, el reciclaje es complejísimo. La lentitud sobre la inversión fotovoltaica radica en que mientras el costo del panel ha disminuido se hace propaganda de sus ventajas apuntando a ese componente y obviando que el problema está en el costo de almacenaje y que las nuevas tecnologías no han tenido tiempo para demostrar que las expectativas de vida teórica que prometen los fabricantes sea real. Como ha sucedido tradicionalmente, un poco motivado por las siempre exiguas arcas financieras propias, nos movemos al ritmo impuesto por eventuales suministradores de sistemas y equipos más baratos o con facilidades de pago, de segunda o tercera mano y uso, dejando al lado consideraciones de que nos venden tecnología casi obsoleta, poco eficiente, o que ha tenido poca salida en los mercados tradicionales, con poco o ningún aseguramiento de post venta, repuesto y garantías. Consecuencia, invertimos el poco dinero que tenemos y en poco tiempo (aun logrando la puesta en marcha y explotación) la posible solución se convierte en un gran problema.