Comienza la etapa estival, y con ella, las felices vacaciones y salidas a la playa. Inicia el solaz divertimento familiar, pero ¡ojo! También hay que reforzar el cuidado y la atención.
El ahogamiento y sumersión accidentales se sitúa en Cuba para todos los grupos de edad entre uno y 19 años como la tercera causa de muerte por lesiones no intencionales. Es por ello que en época de verano, vacaciones y recreación hay que prestar especial atención a este fenómeno.
Cuba, como archipiélago, tiene un entorno geográfico que favorece el contacto constante con cuerpos de agua: ríos, lagos, playas y piscinas son escenarios habituales para el ocio, el deporte y el trabajo. Esta realidad incrementa el riesgo de accidentes por inmersión, que no solo ocurren en espacios públicos sino también dentro del hogar, donde los niños pequeños pueden ahogarse en cantidades mínimas de agua.
La doctora Milagros Santacruz Domínguez, especialista en Pediatría y coordinadora del Programa de Prevención de Accidentes en menores de 20 años, destaca que la vigilancia activa es la medida más eficaz para evitar estos accidentes.
La Dra. enfatiza que el niño debe estar siempre al alcance del cuidador, a una distancia inferior a la longitud del brazo, y que no debe dejarse nunca solo ni al cuidado de otro menor.
Las estadísticas muestran que los escolares y adolescentes son particularmente vulnerables, debido a una combinación de menor supervisión, conductas de riesgo y, en algunos casos, consumo de alcohol durante actividades acuáticas. Los saltos de cabeza en zonas poco profundas son responsables de más del 70% de las lesiones medulares relacionadas con la recreación acuática.
Estudios realizados en Cuba entre 1987 y 2002 evidencian que las tasas de mortalidad por ahogamiento han oscilado entre 2.8 y 3.4 por cada 100 000 habitantes, con provincias como Santiago de Cuba, Las Tunas, Holguín y la Isla de la Juventud mostrando las cifras más elevadas. Además, el sexo masculino y las edades más jóvenes son los más afectados, un patrón que coincide con la tendencia mundial en este tipo de accidentes.
El problema del ahogamiento no solo tiene un impacto mortal, sino que también genera morbilidad significativa, con muchas personas que sobreviven con secuelas físicas o neurológicas. Por cada muerte por ahogamiento, se estima que dos personas requieren atención hospitalaria y un 10% de los sobrevivientes queda con discapacidades.
La prevención debe ser integral y adaptada a las diferentes etapas del desarrollo infantil. Los padres y cuidadores deben conocer los riesgos asociados a cada edad y crear ambientes seguros, anticipando los comportamientos típicos de los niños y adolescentes. La educación, la supervisión constante y la eliminación de peligros en el entorno son fundamentales para reducir estas tragedias.
El ahogamiento y sumersión accidentales en Cuba constituyen un problema de salud pública que exige atención especial durante el verano y en todas las actividades acuáticas. La vigilancia activa, la educación preventiva y la creación de entornos seguros son las herramientas clave para proteger a los niños y jóvenes de esta tercera causa de muerte por lesiones no intencionales en el país.