Mis abuelos celebraron sus bodas de oro. Él al despertar le da los buenos días con un beso, ella le prepara el café y lo lleva a la cama, pero ambos, agradecen a la vida haber juntado sus corazones aquel 16 de febrero.

Mi abuelo tiene un carácter fuerte, pero con mi abuela se derrite que parece una mantequilla. Él ve por sus ojos, no existe mujer más bella y perfecta que mi abuela.

Ella en cambio es dulce, posee mucha paciencia , pero es como dicen por ahí, guantes de seda en manos de hierro, con su voz tierna y el rostro todo inocente hace con él a su antojo.

Realmente mi abuela es preciosa, aún con sus años luce muy bien. Mi abuelo no aparenta sus más de 8 décadas, su energía y vitalidad, son envidiables.

A 50 años de ese amor, todavía se dicen te quiero y se lo demuestran, mi abuelo la sigue admirando como el primer día y trata de complacerla en todos sus caprichos, aún le guarda el último pedazo de chocolate y ni prueba aquel dulce que a ella le encanta.

Cinco décadas de pasión, de experiencias inolvidables, cincuenta años de amor del bueno, medio siglo de oro.

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