Construir en Cuba es una idea que atormenta a muchas personas. Más cuando se deben realizar impensables esfuerzos para conseguir los escurridizos materiales de la construcción.
Los altos precios, la comercialización de algunos como el cemento en MLC y la inexistencia de otros en establecimientos estatales convierten a este ramo en uno muy lucrativo. Bien lo saben muchos revendedores y quienes especulan con un poco de arena, ladrillos o cantos a costos exorbitantes, sin embargo, hay emprendedores como Rojitas que además de ver en este sector una posibilidad para la comercialización, también encuentran la oportunidad de producir e innovar.
Con una experiencia de más de 15 años vinculado a empresas constructoras, el ingeniero civil Arnaldo Rojas Vergara había visto cómo muchas veces se importaban materiales que podían producirse en Cuba, destinando dinero que podía invertirse en otras cuestiones en gestión empresarial y transportación.
Así poco a poco fue madurando una idea y cuando en 2020 iniciaron los proyectos de desarrollo local (PDL), decidió que era hora de materializar su sueño y luego de muchas horas de estudio, asesoramiento, trámites, tocar puertas, modificar una y otra vez el concepto, finalmente logró crear AR Construcciones y Talleres, especializado en la fabricación de materiales de la construcción y maquinarias.

Una vez creado el proyecto, Rojitas no descuidó su pasión: la innovación, y de la mano de la decana de la facultad de Ingeniería recorrió la Universidad de Matanzas hasta encontrar un espacio en el que ubicar su fábrica.
Con el mismo ímpetu con que fundó AR Construcciones y Talleres se vinculó junto al Centro de Estudio de Fabricación Avanzada y Sostenible de esta casa de altos estudios a líneas de investigación como el Reciclaje de la escoria de la soldadura y fundentes a presión, que estudia los posibles usos para la reutilización del residual altamente contaminante y difícil de desintegrar.
Luego de varias pruebas obtuvieron resultados que se encuentran entre los normados en Cuba para los morteros de albañilería y permitieron reciclar la escoria y emplearla en la elaboración de materiales de la construcción, generando buena adherencia, alta resistencia y durabilidad, además de contribuir al al reaprovechamiento de estos recursos.
En la pequeña fábrica que también sirve como unidad docente a estudiantes de las carreras de Ingeniería Química y Civil, pueden verse indicios de sus más recientes investigaciones que permiten introducir otros compuestos en sus producciones y facilitar el ahorro de materiales altamente demandados, muy caros y en falta como el cemento.
“Si se pudiera contabilizar la cantidad de desechos que se genera en el país y se pueden reutilizar en la construcción…”, me comenta mientras caminamos por el pequeño local en el que dos o tres hombres fabrican alrededor de 44 productos, entre ellos predosificados, pisos, imitaciones de rocas decorativas personalizadas y piezas de yeso con diseños novedosos. Siempre sustentándolos en investigaciones que les permitan mejorar su calidad y aceptación en un mercado exigente.
Ahora tiene un proyecto más ambicioso: ampliar la fabricación de los morteros secos predosificados a una escala mayor.
“Hoy en otros países no se trabaja con los materiales sueltos, sino que se predosifican en una planta, así se evita el reguero en las obras y se ahorra recursos. Este es uno de los productos más demandados y para ello es necesario contar con una planta dosificadora de mortero seco”.
Si bien al inicio pensaron importarla, al hacer cálculos y ver cuánto se encarecía su compra y transportación apostaron por fabricarla en Cuba y lograron encadenarse con otro PDL dedicado al diseño de maquinarias.
“La planta se pondrá en la Escuela Ernest Thaelmann, porque este sitio es demasiado pequeño y no tenemos capacidad para almacenar. La máquina produciría cerca de 240 toneladas de un mortero X por mes y contribuirá a la sustitución de importaciones, evitaríamos que el sector residencial e, incluso, el estatal tuvieran que adquirirlos en MLC y también en un futuro quizás podamos exportarlos”, explica Rojas Vergara.
“A la par mantenemos las investigaciones que nos ofrecerán las soluciones para poder pasar de morteros estándares a morteros más sofisticados, más establecidos, con innovación dentro, con el uso de recursos desechables de parte de la industria y todo con materia prima nacional”.
Ello permitiría también acercar los servicios que presta este PDL a la comunidad de Versalles, siguiendo la misma línea que han desarrollado hasta el momento de priorizar la venta a quienes viven cerca de la planta ubicada en la Universidad.
“Nosotros no somos unos vendedores, a las personas que nos visitan les damos soluciones técnicas, les sugerimos recursos nuestros, a veces llegan con una idea y ayudamos a modificarla, ya sea de una cerca, de un tabique divisorio o de una reparación estructural, les brindamos asesoramiento”.
“También les damos un rango de calidad-precio, les brindamos desde lo más económico hasta algo exclusivo, si bien la fábrica no produce grandes cantidades aún. Nuestros precios son bien diferenciados con respecto al gran proceso inflacionario que vive Cuba, trabajamos con una ficha de costo para que el cliente pueda tener una confianza”.
En la sala que funge como local multifunciones pueden verse algunos de los materiales que se ofertan a la población. Desde allí Rojitas hace las operaciones financieras, organiza su cronograma, da los partes y efectúa sus reuniones, espacio donde además desarrolla investigaciones y sigue soñando y construyendo, de la mano de la ciencia, el país que necesitamos.