Los caracteriza el amor por su profesión, la medicina. Estos hombres y mujeres del sector de las batas blancas laboran en consultorios, policlínicos y salas de guardia. Su vocación trasciende cualquier rutina.
Su bata constituye su arma de valor ante una batalla. Y es que la luchan constantemente, contra el dolor, la incertidumbre y el temor. Sin embargo, lo hacen con valentía y amor hacia los pacientes.

En los centros de salud, un médico ofrece una palabra de aliento que alivia más que cualquier medicamento; una enfermera sostiene con suavidad la mano temblorosa de un paciente; un técnico revisa con precisión una muestra que puede cambiar un diagnóstico. Pequeños gestos que, aunque silenciosos, llevan la grandeza de quienes dedican su vida al bienestar de los demás.

No hay horario que limite su entrega ni desvelo que detenga su impulso. Cada sacrificio, cada turno extendido, cada paso apresurado por los pasillos resulta una muestra de amor a su profesión y al pueblo que sirven.
En Unión de Reyes, el respeto hacia estas batas blancas se siente en cada familia que encuentra en ellos consuelo, en cada madre agradecida por la recuperación de un hijo, en cada adulto mayor que halla seguridad en su mirada. Reconocer su labor es reconocer la grandeza humana tras un estetoscopio y una sonrisa siempre dispuesta.

Ellos no buscan aplausos ni homenajes, pero merecen ambos. Porque en cada vida que salvan, en cada fuerza que restauran, en cada abrazo que devuelven a un hogar, dejan una huella profunda en este municipio que los admira y los necesita. A ustedes, héroes silenciosos, guardianes de la vida, gracias.
