A pesar de tener un pie lastimado a causa de una caída Nury Hernández de Alba, está hoy en la universidad junto a sus colegas de trabajo. He leído unos minutos antes de que me reciba un post escrito por ella dedicado a sus compañeros : “Estoy aquí , quizás más con el corazón, como siempre ustedes son mi inspiración”.
No se trata de una teofanía, pero su presencia, casi angelical, al relatar una vida intrínsecamente ligada a la Educación Superior en Matanzas y Cuba, inspira profundamente.
«Llegué a la educación superior», cuenta con ternura, «estudiando Economía. Fui parte de aquellos tres grupos pioneros que iniciaron los cursos dirigidos por la Universidad de La Habana(UH) en el país, impulsados por el llamado de Fidel a la universalización de la enseñanza. Fue el Instituto de Economía de la UH quien promovió esos cursos, y yo pertenecí al segundo. Las clases eran fines de semana, cada 21 días.
Estaba en tercer año cuando la sede universitaria de Matanzas inició. La decana, Mirta Villanueva, propuso a los estudiantes que podían conformar el futuro claustro; yo estaba entre ellos y fui, -cuenta con orgullo-, la primera trabajadora de la carrera. Luego se sumaron otros reconocidos profesores de la enseñanza media que colaboraron sin ningún tipo de retribución».
En septiembre de 1972, Nury comenzó a impartir clases en los cursos introductorios. Su misión era preparar a cuadros y especialistas de la producción y los servicios que llevaban años desvinculados de la educación y que, en su mayoría, le superaban en edad. Los preparaba para una prueba de ingreso a la educación superior. «Eran aulas de 90 estudiantes y yo los preparé en Matemática», explica. «Tengo las mejores experiencias, pues eran estudiantes con mucho interés. Además, el Partido (PCC) apoyó mucho, ya que era una tarea que garantizaba la formación profesional del territorio».
Las clases se extendían hasta cerca de la medianoche. Nury recuerda con gratitud la colaboración de prestigiosos profesores del alma máter habanera que, en esos primeros momentos, venían a, impartir contenidos y contribuir a la preparación metodológica y científica del claustro. Entre ellos, menciona a figuras como Manuel Castro Tato y la Dra. Oneida Álvarez Figueroa, ambos Premios Nacional de Economía, y a José Luis Rodríguez, Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2021 y exministro de Economía y Planificación.
Durante esos primeros años, las clases se impartieron en diversos lugares de la ciudad, hasta que se logró contar con el inmueble que hoy es el campus universitario. Nury recuerda con mucho cariño la entrega de profesores y estudiantes en la organización de la institución: la preparación del curso desde agosto, el acondicionamiento de aulas y dormitorios, la creación del primer laboratorio de computación.
Fue testigo de la paulatina transformación de la Educación Superior y de la conformación del claustro con muchos de los estudiantes que se iban formando. El reto de obtener la base material de estudio y el apoyo del recién creado Ministerio de Educación Superior para que las universidades cubanas lograran convertirse en lo que son hoy .
«No podría decirte la cantidad de asignaturas que he tenido que impartir», confiesa. «Eso ha sido un reto, pues me obligó a prepararme fuertemente, y esa base me permitió lograr lo que he alcanzado». Dirigió el departamento de Matemática, fue vicedecana docente de la facultad y contribuyó a la creación del plan de estudio de Economía del Turismo, entre otras tareas.
En el Ministerio de Educación Superior, conformó el grupo de inspección y fue fundadora de la Junta de Acreditación Nacional. También impartió su saber fuera de Cuba.
Pero la experiencia de Nury en el mundo de la educación se remonta muchos años atrás en los inicios del triunfo de la Revolución. Fue alfabetizadora en la provincia y, a pesar de padecer insuficiencia respiratoria, no dudó en incorporarse a la noble labor de llevar la luz del saber a muchos pobladores. También trabajó en el seguimiento de la alfabetización en barrios de la ciudad, y por las noches y madrugadas en la batalla para que todos llegaran al 6to grado.
Su madre, normalista y coordinadora de la alfabetización, le transmitió esa pasión; “la educación, sin duda, es algo genético”.
El compromiso con la educación no le impidió, forjar una familia, criando a sus hijos con la misma dedicación que puso en su labor educativa, para su satisfacción ambos economistas.
Se siente orgullosa de haber sido formadora de muchos de sus actuales compañeros de trabajo, de verlos crecer profesional y personalmente, y de haber tenido la oportunidad de ser profesora de grandes personalidades de la economía, el Partido y el Gobierno en el país, entre ellos Esteban Lazo Hernández, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba.
Nury no solo ha sido testigo, sino artífice fundamental de la Educación superior en Matanzas. Su vida es el reflejo de una vocación inquebrantable, forjada desde la alfabetización hasta la docencia universitaria y la gestión académica.
Con cada clase impartida, cada plan de estudio diseñado y cada estudiante formado por esta pionera de la Educación Superior en Matanzas ha tejido una parte esencial de la historia educativa de Cuba. Su legado no se mide solo en años de servicio o en cargos ocupados, sino en la profunda huella que ha dejado en generaciones de profesionales, en la expansión del conocimiento y en el espíritu de entrega.
Nury sigue ahí, porque la universidad la inspira, y esa pasión inagotable continúa encendiendo el camino para todos los que la rodean.
Al final de la entrevista descubre que miro su pie lastimado y que me compadezco del esfuerzo sobrehumano que ha hecho para estar aquí , y me dice risueña:” yo salgo de esta, yo soy más dura que él”, algo de lo que ya estoy convencido.
Yasnier Hinojosa/ Perfil de Facebook de la Universidad de Matanzas
