Lo que distingue a la Escuela de Música de Matanzas del resto del país es su inmersión en el entorno único de la llamada Atenas de Cuba.
El plan de estudios, si bien es clásico en su base, incorpora de manera vital la música popular y tradicional cubana. Los estudiantes no solo aprenden a tocar a Mozart o Beethoven, sino también a interpretar un danzón o una rumba con propiedad raigal.
Al estar en la cuna de esos emblemáticos ritmos, la enseñanza de los instrumentos populares y folclóricos adquiere rasgos excepcionales. Los estudiantes tienen acceso directo a tradiciones vivas y a grandes instrumentistas.
Asimismo, el vínculo con instituciones culturales como el Teatro Sauto (Monumento Nacional) y la Sala de Conciertos José White, además de agrupaciones de primer nivel como la Orquesta Sinfónica, la Banda de Conciertos y la Orquesta de Cámara José White, incrementa en los educandos la oportunidad de actuar en esos escenarios y aprender del caudal de importantes músicos profesionales.
Sin embargo, no podemos dejar de señalar que se afrontan numerosos desafíos. Entre estos el mantenimiento de los edificios, la adquisición de instrumentos y partituras que se dificultan debido a limitaciones externas e internas. Sin dejar de mencionar la emigración de músicos talentosos, fenómeno que afecta de manera general al sistema de la enseñanza artística.
No obstante, la Escuela de Música de Matanzas continúa siendo un pilar cultural en la provincia.
Sus mayores fortalezas son el excelente y fervoroso profesorado, unido al interés y aptitud de los alumnos, lo cual redunda en una innegable capacidad para otorgarle brillos que reflejan una sólida técnica, encumbrada por la profunda conexión existente con las raíces musicales de esta ciudad creativa desde su fundación.
