Herminio Almendros fue un maestro español que dejó una huella imperecedera en Cuba.
Hoy el nombre de Herminio Almendros apenas se menciona. Sin embargo, su ora ocupa un lugar especial en el imaginario de varias generaciones. Basta mencionar algunos de sus libros, como Oros viejos, Lecturas ejemplares o Cuentos de animales, para que se rememoren bellos momentos infantiles en muchos cubanos.
El hijo de Almansa
Herminio Almendros Ibáñez vio la luz en la pequeña villa de Almansa, en Albacete, España, el 9 de octubre de 1898. Hijo de un obrero ferroviario, muy joven decidió dedicarse al magisterio. Hizo estudios pedagógicos como maestro de instrucción primaria en Alicante, donde se graduó en 1918. Cumplió con el servicio militar en África y después ingresó en la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio de Madrid, donde fue el primer graduado de su año en 1928. Durante esta etapa aprovechó la estancia en la capital y visitó el Ateneo de Madrid, donde conoció el krausismo y acogió las ideas pedagógicas que defendió la Institución Libre de Enseñanza.
Se graduó de maestro de instrucción primaria en Alicante (1918). Realizó estudios superiores hasta graduarse, en 1928, en la Universidad de Madrid. En Barcelona ocupó el cargo de inspector jefe provincial de enseñanza de 1932 a 1938 y fue profesor de la Facultad de Pedagogía de la Universidad (1933-1937).
Comenzó una extensa carrera como maestro en Villablino, León. Fue director de un centro de la Fundación Sierra Pambley dependiente de la Institución Libre de Enseñanza e inspector de enseñanza primaria en Lérida. También laboró en Huesca y después se estableció en Barcelona, donde ocupó el cargo de inspector jefe provincial de enseñanza de 1932 a 1938 y fue profesor de la Facultad de Pedagogía de la Universidad entre 1933 y 1937.
Formó parte de la Sección de Pedagogía de la Universidad de Barcelona, donde comenzó a divulgar la pedagogía defendida por el francés Celestin Freinet. Con ese objetivo publicó La imprenta en la escuela. La técnica Freinet (1932), primera obra española sobre el tema. En 1936 se le nombró inspector-jefe y participó de forma destacada en la conformación del Consejo de la Escuela Nueva Unificada.
Debido a la Guerra Civil Española, Herminio Almendros pasó a Francia en enero de 1939 junto al escritor José Ferrater Mora, uno de sus grandes amigos. Fue acogido por la familia de Celestin Freinet, pero la invasión nazi le hizo tomar nuevamente el camino del exilio. Por gestiones de otro amigo, el escritor Alejandro Casona, viajó a Cuba y se radicó en Santiago de Cuba. Fue codirector de La Escuela Activa (1939-1940). Fundó y dirigió, con Ruth Robés, la revista mensual para niños Ronda (1941-1942). En 1950 obtuvo el primer premio del tricentenario de Descartes, concedido por la Sociedad Franco-Americana de Cuba, por su obra La idea de la matemática universal en la obra de Descartes (1950).
Debió renovar sus títulos profesionales y en 1952 se graduó como doctor en Pedagogía en la Universidad de Oriente, con la tesis La inspección escolar. Exposición crítica de su proceso en Cuba y sugestiones para una readaptaciónposible (1952). En esta institución fue profesor de la Facultad de Educación. Trabajó además como asesor del Ministerio de Educación de Cuba, hasta poco después del golpe de estado del 10 de marzo de 1952. Fue contratado por la UNESCO y se le destinó a la Escuela Internacional de la Organización de Estados Americanos en Rubio, Venezuela.
Herminio Almendros regresó a Cuba después del triunfo de la Revolución en 1959. A petición del ministro de Educación, Armando Hart, se le nombró director general de Educación Rural, director del Departamento de Publicaciones del MINED y más tarde delegado de la Editora Nacional y director de la Editora Juvenil, en 1962. Esta fue la primera institución especializada de Cuba en la edición masiva y de alta calidad de libros para niños y adolescentes. También fue miembro de la Dirección de Enseñanza de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Al momento de su muerte presidía la Comisión de Español de la Dirección General de Formación del Personal Docente del MINED.
Durante su activa vida intelectual Herminio Almendros colaboró en diversas publicaciones periódicas, entre ellas Información y Bohemia. Viajó por Francia, República Democrática Alemana, Polonia, Checoslovaquia, Unión Soviética, China, Estados Unidos, Venezuela y México. Publicó más de 40 obras, sin contar varios centenares de artículos periodísticos y prólogos de libros. Fue autor de La escritura «Scrip» (1945), Carta a un maestro de una escuela rural (1960) y Resumen de gramática española. Primera parte. con prácticas y comprobaciones (1968). También fue traductor de varios libros.
Portada del libro La Escuela Moderna ¿reacción o progreso? (1985). Archivo del autor.
Seguidor de la obra de Celestin Freinet, siempre la consideró un aporte significativo a la educación popular. En los inicios de los años 60 intentó aplicar las técnicas de Freinet en Cuba. Así lo hizo en la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, en la Sierra Maestra. Sin embargo, la experiencia recibió muchas críticas y ante la oposición a su trabajo, no la continuó. Las reflexiones de Herminio Almendros sobre esta etapa de su vida, quedaron recogidas en el libro La Escuela Moderna ¿reacción o progreso? (1985), que se publicó de forma póstuma.
La obra de un maestro
Dentro de la actividad educativa de Herminio Almendros hay que destacar el trabajo que realizó, en colaboración con otros autores, como editor de libros de texto para la enseñanza primaria y como traductor de textos de carácter pedagógico. Fue, al mismo tiempo, autor de libros infantiles que se convirtieron en clásicos del género y que hoy son recordados por varias generaciones.
Esto incluyó obras como Pueblos y leyendas (1929), primer libro que publicó, considerado un reflejo de la renovación en la creación literaria española para la infancia en las primeras décadas del siglo XX. También el célebre texto Había una vez; cuentos y poemas para el hogar y la escuela (1946), que dio a conocer en coautoría con Ruth Robés Masses. Este ha sido uno de los libros más editados en Cuba y está entre los más conocidos por los niños cubanos. Con el pasó del tiempo su título quedó reducido a sus tres primeras palabras.
Hay que mencionar Oros viejos. Libro de lectura para los grados superiores de la escuela primaria (1949). Conocido con la parte inicial del título, este libro se ha reeditado en numerosas ocasiones. Es considerado uno de los clásicos de la literatura infantil cubana. En su contenido presenta versiones de relatos de la tradición oral por diferentes áreas geográficas del mundo.
Otros de los libros que Herminio Almendros escribió para niños fueron os que dedicó a la naturaleza, donde combinó la intención didáctica con propósitos recreativos, lo cual logró de forma genial Es el caso de Cosas curiosas de la vida de algunos animales (1964), 30 escenas de animales (1959), Cuentos de animales (1963) y Cosas curiosas de la vida de algunos animales (1964).
No podía faltar en este recuento sobre los aportes del maestro Herminio Almendros a la literatura infantil cubana el libro Lecturas ejemplares. Aventuras, realidades y fantasías (1955). Con una prosa hermosa, recreó la vida de grandes científicos y grandes hazañas humanas, también adaptó obras de la literatura universal e incorporó poemas de destacados autores. La recreación de la vida de Carlos J. Finlay, María Curie y Luis Pasteur, se consideran ejemplos clásicos de cómo llevar vida de los grandes hombres de ciencia al lenguaje infantil.
El martiano
Herminio Almendros, desde que llegó a Cuba y conoció a profundidad sobre José Martí, se convirtió en un entusiasta divulgador de su vida y obra. A propósito de La Edad de Oro de José Martí. Notas sobre literatura infantil (1956), fue una de las primeras obras que dedicó al Apóstol cubano. En este libro destacó los valores de la revista publicada por Martí en 1889 y enfatizó en su legado a la literatura infantil, no sólo de Cuba, sino del mundo.
Portada del libro A propósito de La Edad de Oro de José Martí. Notas sobre literatura infantil (1956). Archivo del autor.
Como si no fuera suficiente, Herminio Almendros también reunió buena parte de los escritos educativos martianos y los reunió en el libro José Martí. Ideario pedagógico (1961). Aunque no fue la primera compilación de este tipo, se consideró novedosa por la distribución temática de los artículos martianos referidos a la educación, así como por el prólogo, donde quedaron trazadas, en correspondencia con las urgencias del momento histórico, las líneas directrices más importantes a tener en cuenta para el estudio de esta faceta en la obra del Apóstol. Así lo estacó Almendros al escribir:
“En realidad nos falta el estudio cuidadoso que nos ofrezca en forma orgánica las ideas de Martí sobre educación. No se ha hecho todavía, a pesar de la fundamental importancia que tendría para nosotros el poseer organizadas y estudiadas esas ideas. La doctrina educativa de Martí, por ser suya y porque de seguro la pensó y la dijo soñando el destino de su pueblo, constituiría la más clara fuente de inspiración y la base de un ideario pedagógico de que tan necesitados hemos estado, con raíz en nuestro ser nacional, de su realidad nutrido, y teñido del consejo y de los ideales de nuestros mejores hombres. Hoy, la profunda reforma educacional a que aspira y que ha abordado la Revolución, puede nutrirse radicalmente en esta fuente”.
Portada de la primera edición del Ideario pedagógico (1961) de José Martí. Archivo del autor.
Otro de los aportes de Herminio Almendros al conocimiento de José Martí fue una biografía para niños y jóvenes que tituló Nuestro Martí (1965). En ella resumió el saber que había adquirido sobre la vida y obra del Apóstol, a lo cual unió una admiración sin límites. Para algunos críticos se considera su obra más lograda, tanto por la alta calidad de la escritura como por la solidez de la información y la profunda compenetración espiritual con la personalidad martiana. Además, Herminio Almendros fue asesor en la publicación de las Obras completas de José Martí (1963-1973), en 28 tomos, primera que se realizó tras del triunfo de la Revolución.
Homenaje
Herminio Almendros falleció en La Habana el 13 de octubre de 1974. En 2008 su familia donó a la ciudad de Almansa la obra escrita y conservada por el maestro a lo largo de su vida. Fueron cedidos, además, los derechos sobre las obras pedagógicas que publicó, numerosos documentos y objetos históricos, como su máquina de escribir. En su ciudad natal, el Instituto de Enseñanza Secundaria número 3 lleva su nombre y también una avenida cercana a este inmueble.
Logo del Instituto Herminio Almendros, en Almansa. Archivo del autor.