Esta vez, el turno le ha llegado al presidente colombiano Gustavo Petro. En sus redes sociales, Trump —quien enfrenta masivas protestas internas en Estados Unidos— ha calificado al mandatario latinoamericano como un narcotraficante que no hace nada para detener la producción de drogas.
Cabe preguntarse si esto no es más que un ajuste de cuentas y el inicio de una nueva campaña de linchamiento mediático contra quien se unió a una marcha por Palestina en Nueva York, lo que le costó que los “reyes del mundo” le suspendieran la visa para entrar a Estados Unidos, país donde se alojan las instituciones de las Naciones Unidas, a las que todo presidente debiera tener derecho a acceder.
Como un mandamás del viejo oeste, Trump carga contra Petro, quien hoy dirige una nación que ha sido un aliado clave para Estados Unidos en la región. Recordemos que en Colombia están instaladas siete bases militares desde el año 2009, supuestamente para detener la producción de drogas. Sin embargo, en estos 16 años, las toneladas de dichas sustancias tóxicas solo han aumentado.
Lo que sí han dejado esos emplazamientos han sido violaciones e inseguridad para los colombianos y los países vecinos.
De manera evidente, Trump utiliza la supuesta guerra contra el narcotráfico para amenazar y chantajear a quienes no cumplen al pie de la letra sus designios. De la misma manera que anunció que para Argentina habrá dinero dependiendo de quién gane las elecciones —en una clara muestra de apoyo a Milei— ahora anuncia que se le recortará el dinero a Colombia.
“A PARTIR DE HOY, ESTOS PAGOS, NI NINGUNA OTRA FORMA DE PAGO, NI SUBSIDIOS SE HARÁN A COLUMBIA”, declaró Trump, al referirse a las diversas formas en que llegan dólares desde Estados Unidos al país suramericano.
También cabe resaltar si esto no es solo una venganza por las declaraciones de Petro, en las que acusó a Estados Unidos de violar las aguas colombianas y asesinar a un pescador como parte de sus acciones militares en la cruzada contra el narcotráfico.
“Funcionarios del gobierno de los EE.UU. han cometido un asesinato y violado nuestra soberanía en aguas territoriales. El pescador Alejandro Carranza no tenía vínculos con el narco y su actividad diaria era pescar.
La lancha colombiana estaba a la deriva y con la señal de avería puesta al tener el motor levantado. Esperamos las explicaciones del gobierno de los EE.UU.”.
Y las explicaciones llegaron en forma de garrote, de la manera más arrogante posible y apoyada en mentiras.
La política exterior de Estados Unidos en los últimos tiempos se ha caracterizado por ser ofensiva. Así lo demuestran las guerras arancelarias, los chantajes y las presiones. En el caso específico de América Latina y el Caribe, la administración Trump recurre a la fuerza, al desfachatado uso de la Central de Inteligencia, a la extorsión y a las sanciones. Lo hace como quien se cree con el derecho de mandar a su antojo a los países de la región.
Arrogantes, ridículas, desfachatadas o no, cada acción de Trump contra la región representa una grave amenaza a la integridad nacional, la paz y la soberanía de los pueblos latinoamericanos.