Foto: tomada de Matanzas en fotos

El cielo, despejado y azul como pocos, se levanta sobre el viejo caserón de la calle Río. Preludia una canción inagotable. Desde la terraza que da a Narváez , el San Juan muestra una quietud aparente. Horas antes sus aguas crecieron al embate de las lluvias, pero ahora parecen resignadas a permanecer  en su cauce. Las embarcaciones pesqueras atracadas en la orilla aún no han despertado.

Es domingo 12 de octubre. No tengo electricidad. Salgo a la calle en busca de algún café mañanero, no sin antes sentir en las rodillas el dolor punzante que heredé de las arbovirosis.

La Vigía duerme un sueño centenario. Apenas se adivina algún vestigio de la noche de rumbas qué sacudieron sus adoquines hasta la madrugada.

El Sauto, vetusto, imponente, magnánimo, sacude la modorra para regalar su identidad a una ciudad que no deja de coquetear con los poetas.

Los establecimientos que frecuento no han abierto. Otros cierran. El café que requiero se me hace esquivo, pero al fin lo encuentro. No será el más deseado para brindar por el nuevo aniversario de la ciudad, pero ahora mismo es el que dispongo y voy a disfrutarlo.

De paso por el parque de La Libertad, los niños cantan y en La Marina, los viejos reestrenan sus cuentos de siempre.

En el viaducto algunos viajeros procuran el transporte para viajar al este, donde las aguas y las arenas suelen ser más ardientes.

Es media mañana, algunas nubes se avistan y regreso a casa. No ha venido la electricidad y afuera alguna lanchita jadea aguas arriba, remontando la corriente del San Juan.

En reiteradas ocasiones, tal vez con cierta ritualidad no explicada, muchos 12 de octubre, acostumbro sumergirme en los textos que explican la fundación de la ciudad. Esta vez retomo el cuaderno Aguas de la Ciudad del reconocido historiador Raúl R. Ruiz, publicado por Ediciones Matanzas en 1995.

Como quiera que durante 6 décadas he vivido justo en el sitio donde fueron asentadas 30 familias canarias para fomentar la  población, me doy entonces a recrear las circunstancias del acto fundacional.

Como se ha  fundamentado históricamente, durante varios días tuvieron lugar  diversos eventos. Desde el trazado del primer plano de la ciudad, ocurrido el 10 de octubre de 1693, hasta el día 12 en que se realizara la misa fundacional, así como fuera proclamada y titulada la ciudad de San Carlos y San Severino de Matanzas.

Han transcurrido 332 años y como todo lugar que se respeta, a la historia de Matanzas o como parte de ella, le acompañan mitos y leyendas.

Poblada de apariciones se cuentan las historias del fantasma del Pocito, el perro fantasma o las que frecuentan las noches del teatro Sauto y el Museo Farmacéutico. La Gaviota del San Juan, la india dormida y Yumurí, son parte indisoluble de la cultura y la tradción matanaceras.

La luz eléctrica me da en el rostro, me incorporo mientras cierro el pequeño libro. Son la una de la tarde  y aún me quedo unos minutos contemplando la reproducción del puente de Bailén con que se diseñó su portada.

Es preciso aprovechar el tiempo. Tal vez pueda publicar estas semblanzas. Uno seguiría escribiendo. De cualquier forma no bastan unas pocas horas para contar las historias, rememorar  las vivencias y cantar las glorias de la amada urbe.

Es domingo 12 de octubre. Matanzas se refunda cada día con el esfuerzo de sus mejores hijos. Cantémosle pues.

 

 

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