La presidenta Claudia Sheinbaum reivindicó el legado de Tenochtitlán, sobre la cual se erigió la capital de México, al encabezar en la emblemática plaza del Zócalo el acto por los siete siglos de su fundación.

“Reconocer a Tenochtitlán no es hablar de un pasado muerto; es, por el contrario, hablar del pulso vivo que late bajo nuestra ciudad capital, pero también en nuestras palabras, nuestra comida, nuestras costumbres y, sobre todo, nuestra grandeza cultural y nuestra identidad”, aseveró.

Al rememorar parte de la historia de la capital de los mexicas, la jefa del Ejecutivo señaló que los españoles encontraron a su llegada un imperio sólido, con leyes, lengua, escritura, medicina, formas de cultivo, ingeniería, cultura y conocimientos astronómicos.

“Sin embargo, en lugar de comprenderlo, decidieron aplastarlo. La caída de Tenochtitlán, en 1521, no solo significó la destrucción de una ciudad, fue también el inicio de un largo proceso de colonización que buscó borrar todo rastro de lo indígena”, refirió.

No obstante, puntualizó, su legado no fue vencido, pues “vive en la resistencia silenciosa de los pueblos, en la lengua náhuatl que aún se habla, en el maíz”, en la medicina tradicional, en los rituales, y en los nombres de cerros, ríos, calles y en el del propio México.

En ese sentido, destacó el reconocimiento de los pueblos originarios como uno de los pilares fundamentales de la denominada Cuarta Transformación, proceso de cambios sociales iniciado en 2018 por el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador.

“La Cuarta Transformación no es solamente un proyecto económico o político; es, sobre todo, un proyecto de dignidad, un proyecto que reconoce que no puede haber justicia verdadera, si no empezamos por saldar la deuda histórica con los pueblos indígenas”, agregó.

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Sheinbaum sostuvo que erradicar el racismo no es una opción, sino una necesidad y una obligación para construir una sociedad justa, incluyente y digna para todos, y consideró el legado de Tenochtitlán semilla y esperanza y no nostalgia o ruina.

“Una semilla que sigue brotando, que sigue luchando; que sigue enseñándonos que la historia no se borra, que la raíz no se niega, y que el verdadero futuro solo puede construirse si abrazamos con valentía todo lo que fuimos y todo lo que somos”, aseveró.

“Quien no recuerda sus raíces –enfatizó- camina sin sombra ni rumbo. La memoria es semilla: si no se cuida, no florece. Para saber a dónde vamos hay que escuchar de dónde venimos. Porque el origen no es pasado muerto, es una brújula viva”.

Durante la ceremonia, 838 integrantes del Ejército, Fuerza Aérea y Guardia Nacional realizaron la escenificación “Siete siglos de Legado de Grandeza de México-Tenochtitlán”, recorrido por pasajes medulares de la migración del pueblo mexica hasta la fundación de la ciudad. (ALH)

Tomado de Prensa Latina

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