Hoy se cumplen 43 años de la partida física de Raúl Roa García, una de las figuras más relevantes de la historia de Cuba durante los años veinte del siglo pasado.

  Nació en La Habana el 18 de abril de 1907, en una familia de tradiciones patrióticas que le inculcaron el valor para identificarse con las luchas sociales y alcanzar la verdadera independencia para Cuba.

  Fue combatiente revolucionario, estudiantil y luego profesor de la Universidad de La Habana (UH), con intelecto militante y diplomático, siempre se vinculó con las causas más justas y progresistas, forjadas bajo el ideario marxista-leninista y martianas.

  Se enfrentó a la tiranía de Gerardo Machado y años después, a la sangrienta dictadura de Fulgencio Batista, lo que lo llevó a la cárcel y su posterior destierro. A pesar de todo, no le pudieron detener las ganas de hacer por su pequeña isla, y finalmente se graduó de Derecho en 1935 en la Universidad de La Habana.

   Antes de 1959, Roa se desempeñó como Decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público, y director de Cultura del Ministerio de Educación (MINED).

  Luego, al triunfo de la Revolución Cubana, fungió primero como embajador de Cuba en la Organización de Estados Americanos (OEA), y posteriormente como Ministro de Estado, lo que lo pasaría a ser más adelante, Ministro de Relaciones Exteriores.

   Se desempeñó en este cargo de 1959 a 1976, cumplió con su trabajo siempre arraigado a sus principios progresistas, brillaba frente ante el imperio imperialista de aislar a la Revolución Cubana en los días más difíciles de la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos y la Crisis de Octubre.

   Se ganó el apelativo del Canciller de la Dignidad, por su intensa labor frente a la diplomacia revolucionaria, sus cruciales batallas frente a organismos internacionales, y su poder para la toma de decisiones rápidas, coherentes y pensadas siempre para su pueblo.

  Luego, ocupó el cargo de vicepresidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, hasta su muerte el 6 de julio de 1982.

   Hoy, a 43 años de su fallecimiento, se le sigue rindiendo tributo en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, la misma donde se pronunció en manifestaciones estudiantiles contra las dictaduras de Machado y Batista, y que enriqueció con sus ideas, su obra y su vida. (ALH)

Camila Pérez Domínguez/Estudiante de Periodismo

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