Este seis de Julio se cumplen 103 años del natalicio de la premio nacional de poesía y de literatura Carilda Oliver Labra, una de las figuras más emblemáticas de la literatura cubana y un símbolo de la identidad matancera.
Su figura representa el vínculo con la ciudad y una gran fuente de inspiración que trasciende generaciones.
La poesía de Carilda es un canto a la libertad y a la lucha por los derechos de las mujeres. En sus versos, se aprecia una voz valiente al desafiar convenciones sociales y explorar los recovecos del amor, el deseo y la identidad femenina. Orgullo sienten los fieles admiradores de su prosa al abordar temas tan censurados en la época.
A pesar de las adversidades que enfrentó a lo largo de su vida, nunca dejó que las circunstancias limitaran su creatividad. La capacidad para transformar el dolor en belleza a través de la palabra, es ejemplo poderoso de cómo el arte puede ser refugio y forma de resistencia.
En un mundo donde a menudo se silencia a las mujeres, su legado nos recuerda la importancia de alzar la voz y reivindicar nuestro lugar en la sociedad.
Desde mi infancia sus versos me marcaron. El Canto a Fidel y su obra más divulgada, el poema Me desordeno amor, me desordeno, quedaron grabados en mi memoria.
No obstante, el “Canto a Matanzas” que tantas veces recité en matutinos de la escuela y que tiempo después supe interpretar mejor, mostró la conexión de Carilda con su tierra, con la ciudad donde vivió y murió.
La vida y obra de la novia de Matanzas nos enseña que, a pesar de los desafíos, siempre podemos encontrar la fuerza para expresarnos y dejar una huella en el mundo.
Como matancera, me siento profundamente agradecida por su contribución a la cultura cubana y por el ejemplo que nos deja a todas las mujeres al impulsarnos a soñar y luchar por un futuro mejor.
Fabianny Rodríguez Domínguez, estudiante de Periodismo.