Por más que intenta abstraerse, no lo consigue. El ruido proveniente del equipo de música de su vecino no se lo permite.

Le ha llamado la atención más de una vez pero, al muchacho parece no importarle.

Así, como este último, actúan otros individuos, a quienes no les preocupa si a unos metros alguien intenta dormir después de una noche entera de guardia, si alguien estudia o trabaja y necesita concentración o si hay un bebé, un anciano o un enfermo.

Son sujetos que además desconocen que se dañan a sí mismos, pues la música, escuchada de manera estridente, afecta al oído humano.

RUIDOS QUE MOLESTAN

Si bien el ejemplo anterior parece el más común en nuestro entorno, hay otros bullicios que, al igual impactan sobre la salud.

Suelen ser más comunes en las zonas urbanas donde son generados por fábricas, medios de transporte, bares y restaurantes, obras en construcción…

Se ha demostrado que la exposición prolongada a estos sonidos, que van desde zumbidos hasta estruendos intermitentes, no solo impacta negativamente sobre la salud auditiva sino que también repercute en el equilibrio emocional.

Tan así es que se asocia a problemas de sueño, riesgo de hipertensión y otras afecciones cardiovasculares.

Se suman la posibilidad de padecer estrés crónico, dificultades en la concentración y el rendimiento cognitivo, ansiedad y depresión.

UN PROBLEMA DE TODOS

Aunque en Cuba, la contaminación acústica está regulada en la ley 81 de 1997, perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, lo cierto es que continúa siendo una tarea pendiente.

El artículo 147 de dicha ley prohíbe emitir, verter o descargar sustancias o disponer desechos, producir sonidos, ruidos, olores, vibraciones y otros factores físicos que afecten o puedan afectar a la salud humana o dañar la calidad de vida de la población.

Agrega que «contraviene el orden público quien perturbe la tranquilidad de los vecinos, especialmente en horas de la noche, mediante el uso abusivo de aparatos electrónicos o con otros ruidos molestos e innecesarios».

No obstante, se viola con frecuencia lo establecido en cuanto a los límites máximos permisibles de ruido en lugares residenciales, en lo que incurren hoy varios establecimientos del sector no estatal.

Se trata de un problema del que todos debemos tener conciencia pues a todos nos afecta. De ahí que no incurrir en dicha falta en nuestros hogares y el control responsable por parte de los involucrados en el tema nos haría bien en sentido general.

 

 

 

 

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