Personalidad insigne de la ciencia cubana, José I. del Corral sobresalió en múltiples campos del saber. Sobre la significación del legado de este investigador matancero trata esta reseña.
Cardenense de nacimiento, José Isaac del Corral y Alemán vio la luz en la Ciudad de las Primicias el 3 de junio de 1882. Muy joven viajó a España para realizar estudios como ingeniero de minas, título que alcanzó en 1905.
Laboró inicialmente en la Secretaría de Obras Públicas como ingeniero civil y a partir de 1909 en el Negociado de Minas, de la Secretaría de Agricultura, lugar en el cual permaneció hasta su fallecimiento. Ocupó por más de tres décadas el cargo de director de Montes, Minas y Aguas.
José I. del Corral y una vida dedicada a la ciencia
Desde 1923 fue miembro de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y en 1941 ocupó la presidencia de la Sección de Ciencias de esta institución. También formó parte de la Sociedad Cubana de Ingenieros y de la Sociedad Geográfica de Cuba, entre otras asociaciones. Entidades extranjeras lo contaron entre sus socios, como la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, y la Sociedad Geográfica de Lima, Perú.
A lo largo de su vida científica abarcó disímiles temas. Se le considera el más relevante matemático de Cuba hasta 1959, con libros como Nuevos métodos para resolver ecuaciones numéricas (1912) y Una nueva función elíptica (1944). Fue, además, el primer científico cubano que defendió la teoría de la relatividad, propuesta por Albert Einstein (1879-1955), en 1905.
Fiel al tiempo en que vivió, prestó atención a problemáticas que generaban debates a nivel mundial. Como ejemplos pueden citarse los trabajos: “La nueva ley de la gravitación universal” (1923) y “La unión de Cuba con el continente americano” (1939).
Defendió la realización de inversiones que eran muy necesarias para el desarrollo nacional. En este sentido escribió el ensayo “Conveniencia general de que se ejecuten en Cuba obras de riego” (1928). En “Una nueva industria que puede establecerse en Cuba (La piscicultura de agua dulce)” (1928), ofreció argumentos a favor de esta actividad económica.
Realizó estudios acerca de los recursos minerales cubanos, lo cual consideró debía ser aprovechado en beneficio del país. Así lo expuso en “Demarcaciones mineras” (1911) y en “Reconocimiento geológico-minero del Valle de Viñales” (1911). También escribió “El asfalto en Cuba” (1910), “Aprovechamiento de los gases de las minas de Motembo” (1918) y “El petróleo en Cuba” (1921).
En defensa de la naturaleza cubana
Fue importante la contribución que hizo Del Corral al derecho ambiental cubano. Obras como Derecho minero cubano (1920-1923) y Derecho forestal cubano. Disposiciones fundamentales (1936), se consideran paradigmáticas en su tiempo. Sobre esas bases desarrolló una amplia labor dirigida a la protección de la naturaleza cubana.
En especial fueron muy valiosos sus esfuerzos dirigidos a cuidar los bosques cubanos y promover la reforestación. En tal sentido publicó “Utilidad de los árboles: conveniencia de plantarlos y conservarlos” (1923), “Los manglares cubanos” (1927) y “La repoblación forestal es un negocio” (1929). El “Curso de ordenación y valoración de montes”, que apareció en la Revista de Agricultura entre 1934 y 1937, se consideró avanzado para la época.
Propuso la creación de una escuela nacional forestal en La Habana, que se fundó en 1933 bajo el nombre de “Conde de Pozos Dulces”. Logró la creación de viveros forestales en todas las provincias del país. Promovió la celebración del “Día del Árbol”, el 10 de abril de cada año, como vía para formar en los escolares sentimientos de amor por la naturaleza.
Dejó una amplia bibliografía científica, que se publicó en revistas cubanas y extranjeras. Además, fue autor de numerosos libros, en los cuales divulgó los resultados de los diferentes temas que investigó, con lo cual demostró su universalidad y excelencia como hombre de ciencia.
José Isaac del Corral falleció en la Habana el 14 de diciembre de 1946. Hoy la Empresa Central de Laboratorios José I. del Corral, del Ministerio de Energía y Minas, le rinde perenne homenaje.