Más que un triciclo aquel vehículo andante parecía una carroza. Cargado de títeres recorría los barrios y su conductor era el propio manejador de aquellos diminutos o gigantes muñecos. Aparecía en una calle y un portal, un terreno o un terraplén podía ser el escenario para la actuación.

Así conocieron muchos a Luis Sandalio Trasanco González y la tropa de títeres salida de sus manos, fabricados con objetos desechados que él se ingeniaba para darle forma, color y vida.

Trasanco, antes de interesarse por el arte de los títeres, defendía su vocación de enseñar. Alistado en el llamado realizado por Fidel a maestros populares en la escuela primaria José de la Luz y Caballero, de Colón, se enroló entre tizas, libretas y pizarrones con 24 años de edad.

Le siguieron tareas de dirección en la educación en poblados como San José de los Ramos, el municipio de Los Arabos y algunas zonas rurales.

Con igual propósito en 1969 en el sector de la Cultura prosiguió la misma pasión para atender el frente estudiantil asociado al movimiento de artistas aficionados.

En el ámbito cultural continúa hasta hoy su vida y aunque no trabaja para galardones, el Premio Nacional de Cultura Comunitaria es de los que atesora con más cariño.

Pareciera que esta imagen de Quijote lo acompaña siempre sin muestras de cansancio, que cuando se descorre el telón desaparecen.

Mantiene su peña habitual en el parque zoológico de la ciudad y se integra a cuanto proyecto cultural sale de su imaginación u otros crean.

Trasanco, el Maestro de títeres, cumplió este 3 de septiembre 85 años de vida.  Lleva consigo esos personajes que le acompañan a trasmitir enseñanzas y valores porque, afirma, «Ellos siempre serán mi obra más perfecta y mi mejor compañía». (ALH)

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