Su carisma contagia. Coqueta, dinámica y algo ruidosa, con su voz grave conversa con los electores. Ante cada paso, por la Península de Hicacos, muchos detienen la mirada para admirar su natural forma de ser, mientras otros le llaman para plantear algún criterio. Su tiempo resulta un catamarán de ilusiones, ante la capacidad inagotable de solucionar problemáticas sociales.

Pocas veces se pone incómoda, a menudo ríe a carcajadas y en otras ocasiones luce su toga de delegada del Poder Popular. Ivón Cervantes González se identifica como la negra rellolla de Varadero, una tierra que es más que sol, playa y turismo. Entre sus responsabilidades se destaca, además, la de presidenta del Consejo Popular, promotora cultural, amiga, madre, cederista, federada y animadora por excelencia.

Sí, es de esas mujeres empoderadas, con capacidades para cambiar su entorno, incluso la vida de muchas personas. Su humildad y consagración hablan de más de treinta años como servidora pública. Ella es la hija de Ana Brígida González y Luis Nicolás Cervantes: él, internacionalista, y ella, educadora de círculos infantiles. Quizás por ello la fortaleza de Ivón renace como luz ante cada tarea.

“Empecé como animadora de espectáculos en varios hoteles del polo turístico, aquí en Varadero, y luego llegó la misión de ser delegada del Poder Popular, entre otros cargos. Mi vida ha sido así, llena de retos.”

Ivón es de esas mujeres que arrastra un pueblo en su caminar. A ella lo mismo le siguen niños, que jóvenes, adultos o ancianos. Su quehacer como promotora sociocultural le obsequia el cariño de muchos cardenenses.

¿Ser líder te ayuda a transformar tu comunidad?

“Eso de ser el líder es algo que te apodan, uno no se da cuenta. En cada trabajo sugiero y oriento a las personas y ellos me siguen. Entonces te bendicen con esos atributos de ser líder. En la misma vorágine del día a día las personas enseguida me dicen que sí y cuando pudieran no estar de acuerdo, igual me siguen porque dicen que lo dijo Ivón; es algo muy gracioso.”

El hecho de guiar, conducir procesos, ayudar a personas en situación de vulnerabilidad compromete cada jornada a Ivón Cervantes.

“Eso te aporta mucho como persona. Te obliga a tener un comportamiento ejemplar y esforzarte con esos sueños que tienen las personas. Trabajas y trabajas, aunque en algún momento puedes igual fracasar. Yo he tenido la posibilidad de poder cumplir muchas de las aspiraciones de los varaderenses, no todas, claro. He podido llevarlos al triunfo comunitario, a la cultura, al intercambio y estimular su desarrollo.»

¿Qué riquezas experimenta Ivón en el intercambio con niños y jóvenes en cada proyecto?

Hace más de tres décadas el trabajo comunitario, la cultura y el intercambio con los infantes signa la vida de Ivón. Esta mujer nunca trabaja para reconocimientos, porque su mayor placer es servir a quienes necesitan de su ayuda.

Proyectos como A todo el mundo le gusta, el Premio Amor Varadero, el evento Kiki Morúa In memoriam, talleres de promoción cultural, entre otros espacios, ocupan su agenda cada año.

“Fui auxiliar pedagógica y tuve grandes posibilidades de superación. Tanto así es que, en el aula, estábamos casi a la par de los maestros y podíamos, incluso, impartir las clases en algunos momentos. Un día llegan a la casa unos niños del barrio y me dicen que le han puesto una tarea en la escuela. Tenían que bailar mambo. Todavía no existían las clases que dan ahora en la televisión donde enseñan a los niños a bailar.

“Ahí fue donde me di cuenta que había un sector con desconocimiento en los bailes cubanos, nuestra música, y ese bichito me entró por dentro. Así creé mis proyectos, donde rescatamos las tradiciones culturales de esta nación.”

¿Cuánto disfrutas cada actividad que realizas?

“Siempre disfruto lo que hago. En ocasiones, uno no se da cuenta de cuánto nos entregamos a cada proyecto hasta que corresponden defenderlo. La intención en cada presentación es mostrar lo que es Cuba para el mundo en el mayor destino de sol y playa de la Isla. Por ejemplo, el Premio Amor Varadero es un concurso internacional con más de 40 años. Es algo que yo tenía que conservarlo, así que me dediqué a ello. Ahí está vivito y coleando.

“Me siento orgullosa al ver a los niños del proyecto cuando actúan, bailan y cantan. Algunos ya son maestros, doctores, ingenieros, y todavía me llaman maestra, eso es algo que te alimenta el espíritu para seguir adelante.»

En la prioridad de proteger la cultura en Varadero existen muchos caminos para Ivón que a veces no están abiertos o muy abiertos. Ella es de esas mujeres que se impone y le gusta empujar para que cada tarea se cumpla. Por su carácter afable gana muchos amigos, los mismos amigos que le ayudan a cumplir sus aspiraciones. “Entonces las puertas se van abriendo y podemos crear”, sentencia.

   

Ivón, la delegada del Poder Popular

“Trato de que mis reuniones sean diferentes. El niño integrante del proyecto canta, alguien declama una poesía. A veces las personas me dicen que mis reuniones son un espectáculo cultural. Poco a poco y ayudando a muchas personas me he dado cuenta de la importancia del delegado. Algunos piensan que tengo una varita mágica para resolver los problemas que nos aquejan, pero no, todo lleva consagración.”

El compromiso con el pueblo en ocasiones desvela a Ivón, pero cuando observa una tarea realizada es la mujer más feliz. “Con frecuencia reviso el estado de opinión de mis electores e inserto en su solución a los factores de la comunidad, los integrantes de los proyectos y a los vecinos. Mi varita mágica es esa.”

Ramas del árbol genealógico

“Mis padres aportaron mucho a la fémina que soy hoy. Desde su juventud fueron militantes, dirigieron en la Organización de Pioneros José Martí y la Unión de Jóvenes Comunistas. En ese andar se conocieron, enamoraron y crearon una familia.

“Crecí en ese ambiente, lleno de amor y de responsabilidades. Casi me ha tocado lo mismo. He sido guía de pioneros, de jóvenes y creo que sí, mi hogar fue cuna y refugio para fortalecer mis capacidades y formación.

“Recuerdo que papi y mami estudiaron, además, después de la universalización que hizo el país. Mi hermano y yo nos sentábamos junto a nuestra madre, acompañándola en cada uno de los espacios donde tenía que estar. Desde muy pequeños íbamos a trabajos voluntarios, a la siembra de caña, cosecha de papa… siempre siguiendo el hilo conductor de la familia Cervantes González.

“Mi madre resulta una de las personas que más quiero en el mundo. Ya sobrepasa los 80 años. Ahora es mi electora principal, a veces los planteamientos me llegan primero a través de ella. Hay días que no tengo un tiempo ni para darle el beso grande que tengo para ella. Mi padre que falleció en el 2015. Él me dejó muchas cosas por las que todavía tengo que pasar.  Me dejó como un camino para que yo pudiera cruzar por donde él había cruzado.

“Los hijos y los nietos son lo más grande que tiene uno en la vida. Mi hija es licenciada en teatro, promotora cultural, en fin, ha seguido mis pasos. Mi niño cumple servicio militar y sobremanera me asombra la madurez y responsabilidad que tiene. ¿Y qué decir de los nietos? Te cambian por completo la vida.

“A veces solo pido que mi familia me entienda. Servir al pueblo es una tarea que no se puede dejar de hacer.  Todavía tengo una deuda con el pueblo de Varadero y es devolverle su Casa de Cultura. Mi objetivo es sensibilizar a las personas para que conozcan la cultura de esta bella península, la de las conchas, los caracoles, las décimas pesqueras. Todo esto y más debe respaldarlo un centro cultural. Yo continúo tocando puertas, es mi deuda y sé que algún día voy a lograrlo.

«El amor es un sentimiento hermoso y yo tengo el amor de los electores, de mis amigos y el del Señor, porque también soy cristiana. Pero sin dudas, el amor del pueblo de Varadero es el que me colma y cada día me dice: Gracias. Ese es un amor mayor.» (ALH)

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