Tenso el cuero, ya el cajón
raja sus tablas sonoras,
repique de tumbadoras
para un diluvio de ron.
Los vetustos adoquines de la Plaza de La Vigía, temblaron rítmicamente, al compás del público asistente al agasajo, por los 70 años de Los Muñequitos de Matanzas.
Surgida en 1952 en el barrio matancero de La Marina, la agrupación rumbera conserva intacta su fuerza fundacional, y goza junto al virtuosismo de sus tumbadores, de una potente armonía vocal y la gracia singular de sus bailadores.

Leonel Pérez Orosco, conservador de la Ciudad de Matanzas, pronunció las palabras iniciales y significó momentos importantes en la trayectoria artística de la agrupación matancera y su significación dentro de la mejor tradición de la cultura cubana.
La irrupción de Los Muñequitos en la escena, no se hizo esperar, haciendo de la noche matancera una fiesta plena de rítmicos compases y contagiosa alegría.
Durante la celebración presentaron una producción Yucayo añejo reserva, elaborado por la reconocida ronera en ocasión de los 70 años de Los Muñequitos de Matanzas.
La temperatura de la plaza yumurina alcanzó niveles insospechados cuando las chicas de la orquesta Anacaona, concluida su presentación en el emblemático teatro Sauto, se unieron al jolgorio para bailar y celebrar el aniversario de los rumberos yumurinos.
Noche de alto vuelo. Seguramente, desde algún sitio bajo el cielo de la Atenas de Cuba, Saldigueras y Virulilla acudieron al baile de sus ancestros, prestos siempre al convite, cuando Los Muñequitos suenan.
Voces y cuerpos al son
afrocubano, ¿Qué ritos,
de eróticos apetitos,
al golpear sonoro integra
el sincretismo y la negra
magia de Los Muñequitos?
(PRM)